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que como yo dicho haya
la verdad, y no padezca
alguna virtud sin causa,
moriré alegre, rindiendo
el ser, la vida y el alma
a un honrado sentimiento,
y no a una infame venganza.
DON LOPE. (Ap. ¿Pueden juntarse en un hombre
confusiones más extrañas?
¿Tantos asombros y miedos,
penas y desdichas tantas?
Si en la calle este hombre, ¡cielos!,
tantos pesares me daba,
¿qué vendrá a darme escondido
dentro de mi misma casa?
Basta, basta, pensamiento;
sufrimiento, basta, basta,
que verdad puede ser todo;
y cuando no, aquí no hay causa
para mayores extremos:
sufre, disimula y calla.)
Caballero castellano,
yo me alegro de que haya
sido contra una traición
sagrado vuestro mi casa.
En ella, a ser hoy soltero,
os sirviera y hospedara:
porque un caballero debe
amparar nobles desgracias.
Lo que podré hacer por vos,
será acudiros en cuantas
ocasiones se os ofrezcan,
porque a ese lado mi espada,
contra tres mil, no os suceda
otra vez volver la espalda.
Y ahora, por que salgáis
más secreto de mi casa,
podréis salir del jardín
por aquella puerta falsa...
Yo la abriré . . . y también hago
prevención tan recatada,
porque criados, que al fin
son enemigos de casa,
no cuenten que os hallé en ella,
y sea fuerza que vaya
a todos satisfaciendo
de cuál ha sido la causa.
Porque aunque es cierto que nadie
dude una verdad tan clara,
y yo de mi mismo tengo
la satisfacción que basta,
¿quién de una malicia huye?
¿quién de una sospecha escapa?,