Andrómeda y Perseo (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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más que ver agradecidos-,
no atribuyáis a desdoro
no verme ahora; y ya que
con mis señas os informo 780
en humanas letras, haga
en las divinas lo proprio.
Las humanas dicen -bien
que en sentido fabuloso,
como sin luz de la fe- 785
que Júpiter, poderoso
dios de dioses, me engendró
concebido en lluvia de oro;
las divinas, que en rocío,
que cándido, puro, hermoso 790
vellón sin mancha cuajó,
hilada la nieve a copos.
Y así, mi nombre es en ambas,
con seguro de que, como
conmigo mismo y en mí 795
mismo por mí mismo obro,
y per se, en latino frase,
es el que obra por sí solo,
bien puedo asentar que, en fe
del per se, Perseo me nombro. 800
Y pues es el alto asumpto
de mis alientos briosos
hacer bien -a cuyo efecto,
a oposición de aquel monstruo
que undosos campos navega, 805
yo, en el blanco, generoso
caballo que vio Ezequiel,
azules campañas corro-,
no será el menor deciros,
¡oh bello prodigio hermoso!, 810
que si, de todos los frutos
de este jardín, monte y soto,
de alguno, que de mortal
cicuta, beleño y opio
inficionado está, no 815
os guardáis, será forzoso
morir muriendo; con que,
si agradecida al socorro
de ver libre al Albedrío
estáis, pagádmele en sólo 820
no comer de aquella fruta;
advirtiéndoos que son todos
vuestros riesgos esos mares,
ese árbol y ese escollo.   (Vase.)
ANDRÓMEDA ¡Oye, aguarda! ¿Dónde vas? 825
Mira que no puedo, no,
al viento quitarle yo
las alas que tú le das.
Mucho que dudar me das,
viéndote, en acción tan rara, 830
la cara encubrir. Repara
en que el que hace el mal es quien
la esconde; que el que hace el bien,
¿por qué ha de esconder la cara?
No con tanta ligereza 835

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