Andrómeda y Perseo (Pedro Calderón de la Barca) Libros Clásicos

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tributarias de tu imperio
las flores que la matizan,
árboles que la guarnecen, 1185
fuentes que la fertilizan,
frutos que la lisonjean,
animales que la habitan,
peces que sus golfos sulcan,
aves que sus aires giran; 1190
y habiendo tú abandonado
el riesgo de que te avisa
quien, para usar bien o mal,
el Albedrío te libra
-pues la Ciencia perturbada, 1195
la Voluntad prevertida,
maliciada la Ignociencia
y, en fin, la Gracia perdida,
queriendo ser como Dios,
quedaste como tú misma-, 1200
ha pronunciado sentencia,
a tanta culpa benigna;
que las piedades de Dios
tan benévolas castigan
que se quedan en piedades 1205
sin que pasen a ser iras.
Mercurio soy, de las ciencias
dueño; ser querub lo diga,
si del talar y del ala
no lo han dicho las insignias, 1210
con las de este caduceo,
cuyos áspides publican
el delicto. Y la sentencia,
vuelto espada de justicia,
ésta es: que, pues tierra y mar 1215
ser cómplices participan,
a ese escollo, que de tierra
y mar punto es de ambas líneas,
atada con las cadenas
que de tu yerro fabricas, 1220
seas al furor expuesta
de esas dos fieras noscivas,
que del mar y de la tierra,
monte y golfo atemorizan;
la una, cuando le estremece, 1225
y la otra, cuando le riza;
para cuya ejecución,
que a ti y a todos se intima,
sal de estos jardines, deja
los palacios en que habitas. 1230
Y pues aquesta sentencia,
según presente justicia,
a todos toca guardarla,
a todos toque el cumplirla,
siendo ya ley precisa 1235
el que ella muera antes que todos vivan.
ANDRÓMEDA ¡Yo, sí! Como hablar no puedo,
pues del aliento me privan
mis ansias, el corazón,
ya que no pronuncie, gima. 1240
CENTRO Andrómeda, yo no puedo
oponerme a las divinas

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