La Aventura de Charles Augustus Milverton (Arthur Conan Doyle) Libros Clásicos

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El Regreso de Sherlock Holmes
La Aventura de Charles Augustus Milverton

Han transcurrido años desde que tuvieron lugar los acontecimientos que me dispongo a relatar, a pesar de lo cual aún siento cierto reparo en comentarlos. Durante mucho tiempo habría resultado imposible sacar a la luz pública estos hechos, ni siquiera con la mayor discreción y prudencia; pero ahora, la persona más implicada se encuentra va fuera del alcance de las leves humanas y, con las debidas supresiones, se puede contar la historia de manera que no perjudique a nadie. Constituyó una experiencia absolutamente única, tanto en la carrera de Sherlock Holmes como en la mía. El lector sabrá disculpar que oculte la fecha v cualquier otro dato que pudiera servirle para identificar el verdadero suceso.
Holmes y yo habíamos salido a uno de nuestros vagabundeos vespertinos, v habíamos regresado a eso de las seis de la tarde de un día crudo v frío de invierno. Al encender Holmes la lámpara, la luz cayó sobre una tarjeta dejada encima de la mesa. Le echó un vistazo y, soltando una exclamación de repugnancia, la tiró al suelo. Yo la recogí y leí:
CHARLES AUGUSTUS MILVERTON APPLEDORE TOWERS HAMPSTEAD Agente.
-¿Quién es? -pregunté.
-El hombre más malo de Londres -respondió Holmes, sentándose v estirando las piernas hacia el fuego-. ¿Dice algo al dorso de la tarjeta?
Le di la vuelta v leí:
-Pasaré a verlo a las 6,30.-C.A.M.»
-¡Hum! Es casi la hora. Dígame, Watson: ¿no siente usted una especie de escalofrío o estremecimiento cuando mira las serpientes en el parque zoológico y ve esos bichos deslizantes, sinuosos, venenosos, con su mirada asesina y sus rostros malignos y achatados? A lo largo de mi carrera he tenido que vérmelas con cincuenta asesinos, pero ni el peor de todos ellos me ha inspirado la repulsión que siento por este individuo. Y sin embargo, no puedo evitar tener tratos con él... La verdad es que viene porque yo le invité.
-Pero ¿quién es?
-Se lo voy a decir, Watson. Es el re de los chantajistas. ¡Que Dios se apiade del hombre, y aún más de la mujer, cuyos secretos y reputación caigan en manos de Milverton! Con una sonrisa en los labios y un corazón de mármol, los exprimirá y seguirá exprimiendo hasta dejarlos secos. A su manera, el tipo es un genio, y habría destacado en cualquier oficio más digno.

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