La aventura de lose seis Napoleones (Arthur Conan Doyle) Libros Clásicos

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Sólo la aberración mental puede explicar los hechos.» La prensa, Watson, es una institución valiosísima, si uno sabe cómo utilizarla. Y ahora, si ya ha terminado usted, volveremos a Kensington y veremos lo que tiene que decir sobre el asunto el encargado de Harding Brothers.
El fundador de aquella gran empresa resultó ser un hombrecillo menudo y vivaracho, muy atildado y perspicaz, con la mente clara y la lengua suelta.
-Sí, señor, ya he leído la noticia en los periódicos de la tarde. El señor Horace Harker es cliente nuestro. Le vendimos el busto hace unos meses Adquirimos tres de estos bustos a Gelder & Co., de Stepney, pero ya los hemos vendido todos. ¿A quién? Supongo que si consulto los libros de ventas se lo podré decir sin dificultad. Sí, aquí está apuntado. Uno al señor Harker, como puede ver; otro, al señor Josiah Brown, de Laburnum Lodge, Laburnum Vale, Chiswick, y otro, al señor Sandeford, de Lower Grove Road, Readiag. No, jamás he visto a este hombre de la fotografía. Una cara así no se olvidaría fácilmente, ¿no cree? En mi vida he visto alguien tan feo. ¿Que si tenemos empleados italianos? Pues sí, hay varios entre los obreros y el personal de la limpieza. Supongo que, si se lo propone, cualquiera de ellos podría echar un vistazo a este libro de ventas; no existe ningún motivo para tener el libro vigilado. En fin, este es un asunto muy raro, y confío en que me avise si sus investigaciones dan algún fruto.
Holmes había tomado varias notas durante las declaraciones del señor Harding, y pude darme cuenta de que se sentía plenamente satisfecho con el rumbo que iban tomando los acon­tecimientos. Sin embargo, no hizo ningún comentario, exceptuando el de que, si no nos dábamos prisa, íbamos a llegar tarde a nuestra cita con Lestrade. Y efectivamente, cuando llegamos a Baker Street, el inspector ya se encontraba allí, dando zancadas de un lado a otro de la habitación, consumido de impaciencia. Su aspecto solemne daba a entender que su jornada de trabajo no había sido infructuosa.
-¿Qué tal? -preguntó-. ¿Ha habido suerte, señor Holmes?
-Hemos tenido un día muy ocupado, pero no todo ha sido tiempo perdido -explicó mi amigo-. Hemos visto a los dos comerciantes, y también a los fabricantes de los bustos. Ahora puedo seguirle la pista a cada uno de los bustos desde el principio.

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