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Pero en mi opinión, excelencia, aún más culpable es su actitud para con su hijo pequeño. Lo ha dejado tres días en ese antro...
-Bajo solemnes promesas...
-¿Qué son las promesas para esa clase de gente? No tiene usted ninguna garantía de que no se lo vuelvan a llevar. Para complacer a su culpable hijo mayor, ha expuesto a su inocente hijo menor a un peligro inminente e innecesario. Ha sido un acto absolutamente injustificable.
El orgulloso señor de Holdernesse no estaba acostumbrado a que lo tratasen de ese modo en su propio palacio ducal. Se le subió la sangre a su altiva frente, pero la conciencia le hizo permanecer mudo.
-Le ayudaré, pero sólo con una condición: que llame usted a su lacayo y me permita darle las órdenes que yo quiera.
Sin pronunciar palabra, el duque apretó un timbre eléctrico. Un sirviente entró en la habitación.
-Le alegrará saber -dijo Holmes-que su joven señor ha sido encontrado. El duque desea que salga inmediatamente un coche hacia la posada "El Gallo de Pelea" para traer a casa a lord Saltire. Y ahora -prosiguió Holmes cuando el jubiloso lacayo hubo desaparecido-, habiendo asegurado el futuro, podemos permitirnos ser más indulgentes con el pasado. Yo no ocupo un cargo oficial v mientras se cumplan los objetivos de la justicia no tengo por qué revelar todo lo que sé. En cuanto a Hayes, no digo nada. Le espera la horca, y no pienso hacer nada para salvarlo de ella. No puedo saber lo que va a declarar, pero estoy seguro de que su excelencia podrá hacerle comprender que le interesa guardar silencio. Desde el punto de vista de la policía, parecerá que ha secuestrado al niño con la intención de pedir rescate. Si no lo averiguan ellos por su cuenta, no veo por qué habría yo de ayudarlos a ampliar sus puntos de vista. Sin embargo, debo advertir a su excelencia de que la continua presencia del señor James Wilder en su casa sólo puede acarrear desgracias.
-Me doy cuenta de eso, señor Holmes, v ya está decidido que me dejará para siempre y marchará a buscar fortuna en Australia.
-En tal caso, excelencia, puesto que usted mismo ha reconocido que fue su presencia lo que estropeó su vida matrimonial, le aconsejaría que procurara arreglar las cosas con la duquesa e intentara reanudar esas relaciones que fueron tan lamentablemente interrumpidas.