La aventura del Puente de Thor (Arthur Conan Doyle) Libros Clásicos

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A no ser que se presenten algunos completamente nuevos e inesperados, no veo qué puede esperar mi cliente.
–¿Su cliente?
–Ah, me olvidaba de que no se lo he dicho. Me estoy metiendo en su enredosa costumbre, Watson, de contar las cosas por el final. Más vale que empiece por leer esto.
La carta que me había entregado, escrita con letra enérgica y dominante, decía así:
Hotel Claridge, 3 de octubre
Querido señor Sherlock Holmes:
No puedo ver ir a la muerte a la mejor mujer que ha creado Dios sin hacer todo lo posible
por salvarla. No puedo explicar las cosas, ni siquiera puedo intentarlo, pero sé sin duda alguna
que la señorita Dunbar es inocente. Usted conoce los hechos, ¿y quién no? Ha sido el comadreo
de todo el país. ¡Y ni una voz se ha levantado a su favor! Es la maldita injusticia de todo esto lo
que me vuelve loco. Esa mujer tiene un corazón que no le dejaría matar una mosca. Bueno, iré
mañana a las once a ver si usted puede dejar pasar algún rayo de luz a la oscuridad. Quizá
tenga yo una clave y no lo sé. En todo caso, todo lo que sé, todo lo que tengo y todo lo que soy
son para usted, si puede salvarla. Si alguna vez en su vida ha mostrado toda su capacidad,
aplíquela ahora a este caso.
Suyo atentísimo,
J. Neil Gibson.
– Ahí lo tiene –dijo Sherlock Holmes, sacudiendo las cenizas de su pipa de después del desayuno y volviendo a llenarla despacio–. Este es el caballero que espero. En cuanto a la historia, apenas ha tenido tiempo usted de hacerse cargo de todos esos papeles, así que debo ponerle al corriente si va a tomar un interés intelectual en el asunto. Este hombre es el más poderoso financiero del mundo, y un hombre, según tengo entendido, de carácter muy violento y temible. Se casó con una mujer, la víctima de esta tragedia, de la que no sé nada sino que ya había pasado su juventud, lo que fue aún más desgraciado, dado que una institutriz muy atractiva se ocupaba de la educación de sus dos niños pequeños. Esas son las tres personas que intervienen en el asunto, y el escenario es una grandiosa mansión señorial, centro de una histórica finca inglesa.

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