Página 22 de 22
Ahí tienen ustedes toda la verdad del caso. Podrán ahorcarme, o hacer conmigo lo que quieran, mas no podrán castigarme más de lo que ya lo he sido. No puedo cerrar los ojos sin que vea aquellos dos rostros mirándome fijamente... igual que me miraron cuando mi bote se abrió paso entre la neblina. Yo los maté rápidamente, pero ellos me están matando poco a poco; y si el suplicio se prolonga una sola noche más amaneceré loco o muerto. ¿No me pondrá solo en una celda, verdad, señor? Por amor de Dios, no lo haga, y ojalá el día en que usted agonice reciba el mismo trato que ahora me dé a mí.
-¿Qué sentido tiene todo esto, Watson? -dijo Holmes solemnemente mientras dejaba a un lado el documento-. ¿Qué propósito persigue este círculo de aflicción, violencia y miedo? Sin duda ha de tender hacia algún fin pues, si no, nuestro universo está regido por el azar, lo cual es inconcebible. Pero ¿qué fin? Ahí tiene usted el eterno problema sobre el cual la razón humana está tan lejos de poder responder como siempre.