El gran experimento de keinplatz (Arthur Conan Doyle) Libros Clásicos

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EL GRAN EXPERIMENTO DE KEINPLATZ
ARTHUR CONAN DOYLE

De todas las ciencias, una interesaba especialmente al erudito profesor Von Baumgarten. Era la que se conecta con la psicología y las relaciones entre mente y materia. El profesor era un famoso anatomista, gran químico y uno de los más renombrados fisiólogos de Europa. Pero se sentía aliviado alejándose de esos temas y dedicando sus grandes conocimientos al estudio del alma y las relaciones misteriosas de los espíritus. Era muy joven cuando empezó sus estudios sobre hipnotismo. En esa época, su mente parecía vagar por lugares extraños donde lo único que había era caos y oscuridad. Sólo muy pocas veces algún gran suceso inexplicable y desconectado aparecía aquí y allá.
Pero a medida que pasaban los años, aumentaba el valioso caudal de conocimientos del profesor. El conocimiento siempre da más conocimiento, del mismo modo que el dinero da más interés. Y el profesor comenzó a notar que lo que antes le había parecido asombroso o extraño, ahora podía ser interpretado de forma distinta. Empezó a familiarizarse con una nueva clase de razonamientos y pudo descubrir conexiones en cosas que antes le habían parecido incomprensibles y sorprendentes. A través de veinte años, realizó experimentos y recolectó muchos datos. Tenía la ambición de crear una nueva ciencia exacta que incluyera al hipnotismo, espiritismo y otros temas relacionados. Lo ayudó mucho su profundo conocimiento de las partes más complicadas de la fisiología animal, las que tratan de las corrientes nerviosas y de cómo trabaja el cerebro. Alexis von Baumgarten era profesor de Fisiología en la Universidad de Keinplatz y tenía a disposición de sus investigaciones todo el laboratorio de la universidad.
El profesor Von Baumgarten era alto y flaco, de rostro delgado y ojos color gris acerado, y una mirada especialmente brillante y profunda. Tenía arrugas en la frente de tanto pensar, y las espesas cejas contraídas. Parecía estar siempre frunciendo el ceño, lo que engañaba a la gente con respecto a su carácter, que era serio pero amable. Entre los estudiantes era muy popular. Acostumbraban a reunirse alrededor de él después de cada una de sus clases y lo escuchaban atentamente mientras exponía sus extrañas teorías. Muchas veces buscaba entre ellos voluntarios para realizar algún experimento. En conclusión: no había joven de su clase que no hubiera participado más de una vez en los trances hipnóticos que les había provocado su profesor.

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