Página 5 de 18
Y el hecho de que lleve bajo el brazo un cuaderno para pintar denota que hay otro pequeño en el que ha de pensar.
Empecé a comprender lo que quería decir mi amigo al asegurar que su hermano poseía unas facultades todavía más notables que las suyas. Me miró de soslayo y sonrió. Mycroft tomó un poco de rapé de una cajita de concha y sacudió el polvillo caído en su chaqueta, con ayuda de un gran pañuelo de seda roja.
-A propósito, Sherlock -dijo-, han sometido a mi juicio algo que a ti ha de encantarte. Un problema de lo más singular. En realidad, no reuní suficientes energías para seguirlo, salvo de manera muy incompleta, pero me facilitó una base para varias especulaciones sumamente agradables. Si te apetece oír los hechos...
-Mi querido Mycroft, me encantará.
Su hermano escribió unas líneas en una página de su libreta de notas, pulsó el timbre y entregó el papel al camarero.
-He pedido al señor Melas que venga a vernos -explicó-. Vive en el piso sobre el mío y como nos tratamos superficialmente, ello le movió a acudir a mí a causa de su perplejidad. El señor Melas es de origen griego, según tengo entendido, y es un notable lingüista. Se gana la vida en parte como intérprete en los tribunales de justicia y en parte haciendo de guía para los orientales ricos que frecuentan los hoteles de Northumberland Avenue. Voy a dejar que él mismo nos narre a su manera su curiosísima experiencia. Unos minutos más tarde se reunió con nosotros un hombre bajo y robusto, cuyo semblante de tez olivácea y sus negrísimos cabellos proclamaban su origen meridional, aunque su dicción era la de un inglés educado. Estrechó calurosamente la mano de Sherlock Holmes y sus ojos oscuros brillaron de satisfacción cuando comprendió que el especialista ansiaba oír su historia.
-No confio en que la policía me crea... palabra que no -dijo con una voz plañidera-. Consideran que una cosa así no es posible, sólo porque nunca han oído hablar de ello. Pero yo sé que jamás volveré a estar tranquilo hasta saber qué fue de aquel pobre hombre con el esparadrapo en la cara.
-Tiene usted toda mi atención -le aseguró Holmes.
-Ahora es miércoles por la tarde -empezó Melas-. Pues bien, fue el lunes por la noche, hace tan sólo dos días, cuando ocurrió todo.