El Jorobado (Arthur Conan Doyle) Libros Clásicos

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-Es un perro -dije.
-¿Ha oído hablar alguna vez de un perro que trepe por una cortina? Encontré señales bien claras de que esta criatura lo había hecho.
-¿Un mono, pues?
-Pero ésta no es la huella de un mono.
-De qué puede ser, pues?
-Ni perro, ni gato, ni mono, ni criatura alguna con la que nosotros estemos familiarizados. He tratado de reconstruirla a partir de las mediciones. He aquí cuatro huellas en las que el animal ha estado inmóvil y de pie. Como puede ver, no hay menos de quince pulgadas entre la pata delantera y la trasera. Añada a esto la longitud del cuello y de la cabeza, y tendrá una bestezuela de no mucho menos de dos pies de longitud... probablemente más, si existe una cola. Pero observe ahora esta otra medición. El animal se ha estado moviendo y tenemos la longitud de su paso. En cada caso es tan sólo de unas tres pulgadas. Como ve, existe una indicación de un cuerpo largo con unas patas muy cortas unidas a él. No ha tenido la consideración de dejar una muestra de su pelo tras de sí, pero su forma general ha de ser la que he indicado, puede trepar por una cortina y es carnívoro.
-¿Cómo lo deduce?
-Porque trepó por la cortina. En la ventana colgaba una jaula con un canario; parece ser que su objetivo era apoderarse del pájaro.
-¿Qué era, entonces, este animal?
-Ah, si pudiera darle un nombre habría avanzado un buen trecho hacia la solución del caso. Bien mirado, se trata probablemente de alguna criatura de la tribu de las comadrejas o los armiños y, sin embargo, es más grande que todos los ejemplares de estas especies que yo haya visto jamás.
-Pero ¿qué tuvo que ver con el crimen?
-Esto también queda obscuro. Pero, como observará, sabemos que hubo un hombre en el camino, presenciando la disputa entre los Barclay, puesto que había luz en la habitación y las cortinas no estaban corridas. Sabemos también que corrió a través del césped, entró en la habitación acompañado por un animal extraño, y que, o bien golpeó al coronel, o éste se desplomó a causa del tremendo susto que le causó su visión y se partió la cabeza en la esquina del guardafuegos. Finalmente, tenemos el curioso hecho de que el intruso se llevó la llave al marcharse.

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