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Quiero hablar un momento con este hombre. No hay nada que temer.
Trataba de hablar con naturalidad, pero estaba todavía mortalmente pálida y el temblor de sus labios apenas le permitía articular las palabras.
Hice lo que ella me pedía y los dos hablaron durante varios minutos. Después ella bajó por la calle con los ojos llameantes. Vi que el pobre inválido, de pie junto al farol, alzaba los puños cerrados en el aire, como si la rabia le hubiera enloquecido. Ella no dijo ni palabra hasta que llegamos a mi puerta, pero entonces me estrechó la mano y me rogó que no contara a nadie lo ocurrido.
-Es un antiguo amigo mío que ha reaparecido -me dijo.
Cuando le prometí que por mí no se sabría ni una palabra, me besó y ya no he vuelto a verla desde entonces. Le acabo de contar toda la verdad y si me la callé ante la policía fue porque no comprendí entonces el peligro en que se encontraba mi querida amiga. Ahora sé que sólo puede redundar en su favor el que se sepa todo.
Tal fue su declaración, Watson y para mí, como podrá imaginar, fue como una luz en una noche obscura. Todo lo que antes había estado desconectado empezó enseguida a asumir su verdadero lugar y tuve una primera y vaga idea de toda la secuencia de acontecimientos. Mi próximo paso consistía, evidentemente, en hallar al hombre que había causado una impresión tan notable en la señora Barclay. Si todavía se encontraba en Aldershot, la cuestión no sería tan difícil. No hay un número muy elevado de civiles y un hombre deformado forzosamente había de llamar la atención. Pasé un día buscando y aquel mismo atardecer, Watson, ya había dado con él.
El hombre se llama Henry Wood y vive en una habitación de la misma calle en la que le encontraron las dos mujeres. Lleva sólo cinco días en la población. Simulando ser un agente del registro, tuve una interesante conversación con su patrona. El hombre ejerce el oficio de actor y prestidigitador. Una vez caida la noche, va de una cantina a otra y ofrece en ellas su pequeño espectáculo. Lleva consigo, en aquella caja, un animalillo que a la patrona parece causarle una considerable inquietud, ya que nunca ha visto un animal semejante. Él lo utiliza en algunos de sus trucos, según cuenta ella.