La aventura del cliente ilustre (Arthur Conan Doyle) Libros Clásicos

Página 26 de 27

Pero medité mucho en tal libro. Después, la agresión de que fui victima me proporcionó la oportunidad de hacer creer al barón que no necesitaba ya adoptar precauciones en contra mía. Todo ello venía bien. Yo habría quizás esperado un poco más, pero su anunciado viaje a
Norteamérica me forzó a actuar de inmediato. Ese hombre no habría dejado aquí un documento tan comprometedor. Teníamos que acometer enseguida la empresa.
Escalar de noche la casa es imposible, porque ese hombre tornaba precauciones.
Pero había la posibilidad de hacerlo durante la velada, a condición de que yo consiguiese llamar su atención hacia otro lado. Ahí es donde entraron en escena usted y su platillo azul. Pero tenía que saber con seguridad el sitio en que se encontraba el libro; sólo dispondría de escasos minutos para poder actuar, porque mi tiempo estaba limitado por sus conocimientos de la cerámica china. En vista de eso, me hice acompañar en el último instante por la muchacha. ¿Cómo iba yo a suponer lo que llevaba en el paquetito tan cuidadosamente escondido debajo de la capa? Yo estaba en la creencia de que había venido a trabajar exclusivamente por cuenta mía, pero, por lo visto, ella también traía su negocio.
-Ese hombre adivinó que yo era un enviado de usted.
-Me lo temía, Lo cierto es que usted le entretuvo el tiempo suficiente para que yo me apoderase del libro, pero no lo suficiente para que yo huyese sin que nadie se diese cuenta... ¡Hola, sir Jarnes, me alegro mucho de que haya venido usted!
Nuestro cortés amigo se había presentado, respondiendo a una llamada previa, Escuchó con la más profunda atención el relato de lo ocurrido que le hizo Holmes.
-¡Es maravilloso lo hecho por usted, maravilloso! -exclamó al final-. Pero si esas heridas son tan graves como asegura el doctor Watson, se habrá conseguido nuestro propósito de romper esa boda sin necesidad de recurrir al empleo de este horrible libro.
Holmes movió negativamente la cabeza.
-Las mujeres del tipo de miss De Merville no actúan de ese modo. Le amaría todavía más si le consideraba como un mártir desfigurado. No, no. Lo que tenemos que destruir es su apariencia moral, no su apariencia física. Ese libro la hará bajar de las nubes a la tierra. Es lo único que puede conseguirlo. Está escrito de su puño y letra.

Página 26 de 27
 

Paginas:


Compartir:




Diccionario: