Página 1 de 19
El Médico Moreno
Arthur Conan Doyle
Bishop’s Crossing es una aldeíta situada a unas diez millas al sudoeste de Liverpool. En los primeros años de la década del 70 ejercía allí su profesión un médico que se llamaba Aloysius Lana. Nada se sabía en la región ni de su vida pasada ni de los motivos que le habían llevado a establecerse en aquel villorrio del Lancashire. Dos cosas únicamente se sabían con certeza acerca de él: una, que había conseguido con brillantes exámenes su titulo en Glasgow; la otra, que descendía indudablemente de alguna familia de los trópicos y que era de un color moreno tan oscuro, que daba pie a sospechar que había en su ascendencia sangre de hindúes. Sin embargo, los rasgos faciales suyos predominantes eran europeos, y su porte y su cortesía solemne parecían indicar procedencia española. Su piel morena, sus cabellos de un negro lustroso y los ojos negros y brillantes, sombreados por unas cejas tupidas, formaban fuerte contraste con los campesinos ingleses de pelo rubio o castaño, por lo que pronto se conoció al recién llegado por el apodo de El médico moreno de Bishop’s Crossing. Ese apodo tenía en un principio un tono peyorativo y de comicidad, pero al correr de los años llegó a ser un titulo de honor conocido en toda la región, porque había traspasado los estrechos límites de la aldea.
Si. El recen llegado demostró que era un hábil cirujano y un consumado médico. La clientela de distrito había estado hasta entonces en manos de Edward Rowe, hijo de Sir William Rowe, la lumbrera médica de Liverpool. El hijo no había heredado el talento del padre y el doctor Lana le desplazó rápidamente, contribuyendo a ello su aspecto y sus maneras. Tan rápido como su triunfo profesional fue el que obtuvo en el en el terreno social. Una notable intervención quirúrgica llevada a cabo en la persona del honorable James Lowry, hijo segundo de Lord Belton, le sirvió de introducción entre las familias distinguidas del condado, ganándose las simpatías por su conversación y por la elegancia de sus maneras. La falta de antecedentes y de parientes constituye a veces una ventaja, más que un inconveniente, para abrirse camino en sociedad y al agraciado doctor le basto como recomendación su propia distinguida personalidad.
Un solo defecto le encontraban sus enfermas y enfermos. Uno solo. Parecía resuelto a permanecer soltero.