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La pequeña habitación estaba fuertemente iluminada por una gran lámpara colocada en la mesa del centro, que era un revoltijo de libros y de instrumentos. Pero no vio a nadie ni observo nada de particular, fuera de que en la sombra que la mesa proyectaba sobre el lado interior se veía tirado en la alfombra un manoseado guante blanco. Y de pronto cuando sus ojos se acostumbraron a aquella luz, vio que al otro extremo de la sombra de la mesa surgía una bota y comprobó con un escalofrío de espanto que lo que a ella le había parecido al principio un guante era en realidad la mano de un hombre que estaba caído en el suelo. Convencida de que había ocurrido alguna cosa terrible, llamo a la campanilla de la puerta delantera, hizo levantar a la señora Woods y ambas mujeres entraron en el despacho, enviando previamente a doncella a que avisase en el puesto de policía.
A un lado de la mesa, lejos de la ventan se encontraba el doctor Lana caído de espaldas y muerto. Saltaba a la vista que había sido victima de violencias, porque tenía amoratado un ojo y se observaban magulladuras en la cara y en el cuello. Un ligero engrosamiento e hinchazón en sus facciones parecía sugerir la idea de que había muerto estrangulado. Iba vestido con sus ropas profesionales de siempre, pero con calzado de paño, cuyas suelas estaban absolutamente limpias. Por toda la alfombra, de un modo especial en el lado correspondiente a la puerta, se veían huellas de botas sucias, que habían sido dejadas por el asesino, según era de suponer. Era evidente que alguien había entrado por la puerta del consultorio, había matado al médico y se había fugado sin que nadie le viese. El agresor era un hombre a juzgar por el tamaño de las huellas de los pies y por la índole de las heridas. Pero, fuera de esos detalles, le resulto tarea difícil a la policía seguir adelante.
No se observaban señales de robo en incluso el reloj de oro del médico estaba e el bolsillo correspondiente. La pesada caja de caudales que había en la habitación se hallaba cerrada, pero vacía. La señora Woods manifestó su impresión de que el médico guardaba habitualmente en esa caja una suma elevada, pero ese mismo día tuvo que pagar una importante factura de maíz en dinero constante y se supuso que el hecho de estar vacía era debido a ese pago y no a la intervención de un ladrón.