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El tren especial desaparecid
Arthur Conan Doyl
¿Existió Conan Doyle o existió Sherlock Holmes?
-Por favor, al número 221-B de Baker Street.
El forastero ha tomado un taxi, ha dado la anterior dirección al taxista y se acomoda enel asiento de atrás del vehículo. Habría deseado hacer el viaje en un coche de caballos con pescante trasero y en un Londres envuelto por la niebla. Ya que eso no es posible, al menos quiere satisfacer su deseo de visitar la casa en que vivió el más celebre de los detectives, Sherlock Holmes.
La escena es inventada, Pero se sabe de muchos turistas que, en Londres, quieren conocer la residencia de Sherlock Holmes. Pocos habrá que no sepan quien fue este detective privado, el primero y más famoso de una larga serie de investigadores literarios, como Hércules Poirot, Sam Spade y Philip Marlowe, Ya no es tan seguro que todos recuerden el nombre del creador de este personaje, el escritor escocés Arthur Conan Doyle, que vio la luz del mundo en Edimburgo un 22 de mayo de 1859.
Y es que la figura de Conan Doyle ha sido eclipsada por la fama de la criatura que el se inventó. El propio Doyle debió de intuir esta victoria de Holmes y por dos veces quiso deshacerse de su héroe, antelas protestas de los lectores que le obligaron a resucitarlo.
Conan Doyle se licenció en medicina y empezó a ejercer como médico en Portsmouth. Como los clientes no llegaban, para matar el tiempo comenzó a escribir. Así apareció en 1887 en el Beeton´s Christmas Annual su Estudio en escarlata, en el que rápidamente se encaraman a la popularidad Sherlock Holmes y su inevitable compañero el doctor Watson.
Si Edgar Alan Poe fue el padre de la novela policiaca, Conan Doyle creó con Sherlock Holmes un discípulo aventajado de los métodos de deducción con que Poe planteaba y resolvía sus enigmas. La brillante inteligencia de Holmes contrasta con el sentido práctico y hasta un tanto romo de Watson. Para dar más verismo al personaje, Doyle lo adornó con unos rasgos que el cine se encargaría de exagerar: afición al violín, al opio y a la cocaína, cierta petulancia, timidez ante las mujeres.
Doyle escribió también notables novelas históricas al estilo de Walter Scott, entre las que destacan Micah Clarke (1889) y La blanca compañía (1891).