El mercader de Venecia (William Shakespeare) Libros Clásicos

Página 19 de 65

mejores amigos. Anda, apresúrate.
LEONARDO.- Voy a ponerme a ello con todo mi ardor.
(Entra GRACIANO.)
GRACIANO.- ¿Dónde está vuestro amo?
LEONARDO.- Allá, señor, se pasea. (Sale.)
GRACIANO.- ¡Señor Bassanio!

BASSANIO.- ¡Graciano!
GRACIANO.- Tengo una petición que haceros.
BASSANIO.- Os está concedida.
GRACIANO.- No me la podéis negar. Quiero acompañaros a Belmont.
BASSANIO.- Pues bien; puedes hacerlo. Pero escúchame, Graciano: eres demasiado petulante,
demasiado brusco y de tono altanero. Esas maneras te van muy bien, y a nuestros ojos no
parecen, de ningún modo, chocantes; pero allí donde no eres conocido parecen libres con
exceso. Te ruego que te tomes el trabajo de moderar por medio de algunas frías gotas de
reserva las vivacidades de tu carácter, por miedo de que tu extravagancia habitual no haga
juzgarme mal en el sitio adonde voy y no destruya mis esperanzas.
GRACIANO.- Escuchadme bien, signior Bassanio: si no adopto una grave actitud, si no hablo
con respeto, y si me ocurre jurar con frecuencia; si no llevo en mis bolsillos un libro de rezos y
si no miro con beatitud; más aún: si mientras que se dan las gracias no tapo los ojos con mi
sombrero, de este modo, suspirando y diciendo amén; si, en una palabra, no observo todas las
reglas de la civilidad tan estrictamente como un joven que ha estudiado la forma de darse un
aspecto austero para agradar a su abuela, no tengáis jamás confianza en mí.
BASSANIO.- Bien; veremos vuestra conducta.
GRACIANO.- La veremos; pero descarto la noche de hoy de nuestro convenio; no me juzguéis
por lo que haga en esta velada.
BASSANIO.- No, sería una lástima; rogaré más bien a vuestro ingenio para que despliegue esta
noche su más hermoso traje de alegría, pues contaremos con amigos que se proponen
divertirse. Pero, adiós, tengo algunos quehaceres.
GRACIANO.- Y yo debo ir a encontrarme con Lorenzo y los otros; mas nos volveremos a ver a la
hora de cenar. (Salen.)

Escena III
Venecia. -Una habitación en casa de SHYLOCK.
Entran JESSICA y LAUNCELOT.
JESSICA.- Estoy enfadada porque abandonas así a mi padre; nuestra casa es un infierno, y tú,
alegre diablo, divertías un poco su atmósfera de fastidio. Sin embargo, que lo pases bien; aquí

Página 19 de 65
 

Paginas:
Grupo de Paginas:       

Compartir:




Diccionario: