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cuando escuches el tambor o el silbido ridículo del pífano de cuello encorvado, no te
encarames a las ventanas, ni alargues tu cabeza sobre la vía pública para embobarte ante los
payasos cristianos de pintados semblantes, sino, al contrario, tapa los oídos de mi casa, quiero
decir mis ventanas; no dejes entrar en mi severa morada los ruidos inútiles de la disipación.
Por el báculo de Jacob juro que no tengo ninguna gana de festejar hoy; sin embargo, iré.
Andad delante, bribón; decid que voy a llegar.
LAUNCELOT.-
Os precederé, señor. (Bajo a JESSICA.) Señora, mirad por la ventana, a pesar de todo.
Delante de ella pasará un cristiano,
digno de que le mire una judía.
(Sale.)
SHYLOCK.- ¿Qué dice ese imbécil de la estirpe de Agar? ¿Eh?
JESSICA.- Me decía: «Adiós, ama», nada más.
SHYLOCK.- Ese galopín no es mal muchacho del todo; pero come enormemente, es lento para
el trabajo como un caracol y duerme por el día más que un gato montés. Los zánganos no
tienen nada que hacer en mi colmena; así, pues, me separo de él y le dejo para que sirva a
cierto individuo a quien quisiera que le ayudase a gastar la bolsa que ha pedido prestada.
Vamos, Jessica, entrad ya. Es posible que esté inmediatamente de vuelta. Haz como te he
dicho: cierra las ventanas tras ti. Quien guarda, halla. He aquí un proverbio que para un
espíritu económico siempre es aplicable. (Sale.)
JESSICA.- Adiós, y si la fortuna no me es contraria, habremos perdido yo un padre y vos una
hija. (Sale.)
Escena VI
Venecia.
Entran GRACIANO y SALARINO, enmascarados.
GRACIANO.- He aquí el cobertizo bajo el cual nos ha rogado Lorenzo que le esperemos.
SALARINO.- Ha pasado ya casi la hora en que nos había citado.
GRACIANO.- Y es verdaderamente extraño que esté en retraso con su hora, pues los amantes
tienen siempre la costumbre de adelantarse al reloj.
SALARINO.- ¡Oh! Las palomas de Venus vuelan diez veces más aprisa cuando se trata de sellar
lazos de amor nuevamente contraídos que cuando intentan evitar la ruptura de una fe
empeñada.
GRACIANO.- Eso es de eterna aplicación. ¿Quién se levanta nunca de la mesa con un apetito