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tan deliciosamente a anunciar la próxima llegada del opulento estío como este mensajero la
aproximación de su amo.
PORCIA.- No más, te lo ruego; casi tengo miedo de que vengas en seguida a decirme que es
alguno de tu familia, al verte gastar en alabarle semejante talento de los días de fiesta. Ven,
ven, Nerissa; porque tengo prisa de ver a ese correo del gentil Cupido que se presenta con tan
buen augurio.
NERISSA.- ¡Oh señor Amor, haz que sea Bassanio! (Salen.)
Acto III
Escena I
Venecia. -Una calle.
Entran SALANIO y SALARINO.
SALANIO.- Hola, ¿qué noticias hay de Rialto?
SALARINO.- Pues bien; todavía corre el rumor, sin que sea desmentido, de que un buque
ricamente cargado, de Antonio, ha naufragado en el estrecho; en los Goodwins, que tal es el
nombre del sitio en que se ha sumergido: un escollo peligroso y fatal, donde los cascos de una
multitud de grandes barcos han encontrado su sepultura, según se dice, si mi compadre el
rumor es un honrado individuo fiel a su palabra.
SALANIO.- Quisiera que en esta circunstancia fuese tan embustero como la más embustera
comadre que haya injerido jengibre o hecho creer a sus vecinas que lloraba por la muerte de
su tercer marido. Pero sin incurrir en prolijidad, o desviarnos del camino principal de la
conversación, la verdad es que el buen Antonio, el honrado Antonio... ¡Oh, que no tenga un
epíteto bastante honorable para acompañarlo a su nombre!
SALARINO.- Veamos, llega al final.
SALANIO.- ¡Ah! ¿Qué dices? ¡Vaya! El final es que ha perdido un bajel.
SALARINO.- Quisiera que ese fuese el final de sus pérdidas.
SALANIO.- Déjame decir muy aprisa amén, no sea que el diablo destruya el efecto de mi
plegaria, porque ahí lo tienes, que llega bajo la figura de un judío.
(Entra SHYLOCK.)
¡Hola, Shylock! ¿Qué novedades hay entre los mercaderes?
SHYLOCK.- Estáis enterados mejor que nadie, mejor que nadie, de la fuga de mi hija.
SALARINO.- Es cierto; por mí, conozco al sastre que ha confeccionado las alas con que ha
huido.
SALANIO.- Y Shylock, por su parte, sabía que el ave tenía plumas; y es natural en las aves
abandonar su nido cuando tienen plumas.