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B): El perdona a la persona ciento por ciento por todo lo que ella hizo y que lo hirió a Usted Te perdono por todo lo que dijiste o hiciste que me lastimó. C): Le desea a ella (o a él) bienestar y después envíe la carta, con la dirección correcta y con el porte correcto y en el instante en que la envíe, sentirá el cambio. Será como si se hubiera sacado un enorme peso de encima. Tengo una muy buena amiga a quien despidieron de su trabajo en una gran institución financiera e iba a demandar a la compañía por diez y ocho meses, las prestaciones, iba a acabar con ellos, etc. Y le pregunté, estaba muy enojada, y le dije cuáles son tus posibilidades de ganar? Puede ser un cincuenta por ciento. Y cuánto te llevará? Diez y ocho meses, tal vez dos años. Le dije y en que estado mental estarás durante ese tiempo? Puedes trabajar en otra parte? Y me contestó: No, no puedo trabajar en otra parte, pues eso debilitaría mi caso en la Corte. Contesté: Por que no lo dejas así? Deja eso a un lado y haz algo más. Porque no vale la pena. Ella tomó mi consejo. Y en tres mes más tenía un trabajo mejor, con mejor salario, con un puesto mejor y me escribió una tarjeta donde me decía que era el mejor consejo que había recibido. Así que si está en una situación de un trabajo sin terminar o de otra clase, la solución es: Acábelo, deshágase de él, termínelo.
N° 3: El temor al fracaso, es una respuesta condicionada que se remonta a la niñez, se remonta a nuestros padres que nos dijeran: No, no, deja eso, castigándonos por intentar hacer cosas nuevas y diferentes y resurge en la vida adulta como el temor de intentar ese temor de probar algo nuevo, ese temor profundo que se establece en la boca del estómago cuando contemplamos un cambio importante. El temor al fracaso puede combatirse en dos formas simples: la número uno dice: Haz aquello que temes y la muerte del temor es segura.