El ricachón en la corte (Moliere) Libros Clásicos

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-Todas las guerras, todos los desórdenes que se producen en el mundo, tienen como origen la falta de conocimientos musicales.
MAESTRO DE BAILE. -Todas las desdichas del hombre, todos los funestos descalabros de que está plagada la Historia: los yerros de la política, las faltas de los grandes generales...; todo ello sucede por no saber bailar.
JOURDAIN. -Y ¿cómo es eso?
MAESTRO DE MÚSICA. -Pues si a todos los hombres se les enseñara la música, ¿no sería éste el medio de acordar el conjunto y de que la paz reinara en todo el universo?

JOURDAIN. -Tenéis razón.
MAESTRO DE BAILE. -Cuando un hombre ha cometido una falta, ya en el seno de su familia, en el gobierno del Estado o en el mando de un ejército, ¿no decimos invariablemente "Fulano ha dado un mal paso"?
JOURDAIN. -Eso se dice.
MAESTRO DE BAILE. -Y el dar un paso en falso, ¿puede provenir de otra cosa que de no saber bailar?
JOURDAIN. -También es cierto, y ambos tenéis razón.
MAESTRO DE BAILE. -Pues ello os hará ver la excelencia y la utilidad del baile y de la música.
JOURDAIN. -Ahora comprendo.
MESTRO DE MÚSICA. -¿Queréis que pasemos a nuestros trabajos?
JOURDAIN. -Sí.
MAESTRO DE MÚSICA. -Como ya os he dicho, se trata de un ensayo en el que se hacen destacar las diversas pasiones que pueden expresarse en la música.
JOURDAIN. -Muy bien.
MAESTRO DE MÚSICA (A los músicos.) -Vamos..., avanzad. (A Jourdain.) Imaginemos que visten de pastores.
JOURDAIN. -¿Y por qué?. . . ¿Por qué han de vestir siempre de pastores? Por todas partes no se ven más que pastorcitos.
MAESTRO DE MÚSICA. -Para que el personaje musical tenga mayor verosimilitud, conviene colocarlo en un ambiente pastoril. El canto fué en todas las épocas patrimonio de los pastores; y, realmente, no resultaría muy natural que príncipes y plebeyos dialogaran cantando.
JOURDAIN. -Adelante, adelante. Veamos.

DIÁLOGO MUSICAL
UNA CANTANTE Y DOS CANTORES
LA CANTANTE. -
Bajo el tiránico influjo del imperio del amor,
de continuo mil cuidados agitan el corazón.
Dicen que el enamorado languidece de placer,
y dulcemente suspira

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