Página 40 de 54
podemos embriagarnos.
Dejemos discurrir
a los tontos acerca
del verdadero goce:
nuestra filosofía
nos dice que el placer está en el jarro. La sapiencia, los bienes y la gloria de preocuparnos nunca nos redimen: el vino solamente
produce dichas en la humana casta.
ternera criada en Normandía, en los prados de las riberas del Sena
¡Sus, sus, escancia, mozo, el áureo vino hasta decirte basta!
ESCENA II
MADAMA JOURDAIN, JOURDAIN, DORIMENA, DORANTE,
MÚSICOS y CRIADOS
MADAMA JOURDAIN. -¡Oh, qué intimidad más agradable! Pero, por lo visto, no contabais conmigo... Ahora me explico vuestro empeño en enviarme a comer con mi hermana. Abajo he encontrado toda una compañía de faranduleros y aquí un banquete de boda. En esto derrocháis vuestra hacienda: en obsequiar a señoras, dándoles comilonas y divirtiéndolas con música y representaciones mientras me mandáis a mí de paseo.
DORANTE. -¿Qué queréis decir, y qué fantasías son esas de suponer que vuestro marido disipa sus bienesy que es él quien invita a esta dama? Tened bien entendido que soy yo; que él no hizo más que cederme su casa, y que vos debierais meditar un poco más lo que decís.
JOURDAIN. -¡Lo habéis oído, impertinente! Es el señor conde quien obsequia a esta distinguidísima señora; quien me hace el honor de utilizar mi casa y de sentarme en su compañía.
MADAMA JOURDAIN. -¡ Cuentos de camino! Yo sé muy bien lo que me hablo.
DORANTE. -Pero os conviene poneros en cura de vuestra miopía.
MADAMA JOURDAIN. -Veo perfectamente, señor; y, además, no soy tan arrimada a la cola que no me haya dado cuenta hace tiempo de lo que ocurre. Es indigno de vos, de todo un conde, alentar, como lo viene haciendo, las extravagancias de mi marido. En cuanto a vos, señora, no es lo mas decoroso, en una dama de vuestro rango, traer la discordia a una casa y tolerar que mi marido os galantee.
DORIMENA. -¿ Qué significa todo esto! (A Dorante.) ¿Habéis querido burlaros de mí exponiéndome a las necias imaginaciones de esta visionaria? (Se va.)
DORANTE. -¿Adónde vais, señora?
JOURDAIN. -¡Señora!... Dadle toda clase de excusas, señor conde, y procurad que vuelva.