Una guirnalda de flores (Louisa May Alcott) Libros Clásicos

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-No tengo ningún plan, pero deseo hacer tantas cosas que tendré que aguardar hasta ver cuál es la mejor. De hoy en adelante, no hablaremos más de nuestro trabajo o, si no, dejaría de ser un secreto. En mayo presentaremos nuestros informes, Buena suerte a todas, y hasta el próximo sábado.
con esas palabras de despedida, la presidenta y las demás muchachas se separaron, con los corazones y las cabezas llenos de grandes planes y nuevas ideas.
La empresa les parecía enorme; pero donde hay una voluntad hay siempre un camino, y bien pronto se vio claramente que cada una de ellas había encontrado su "trabajito", que realizaban por simple caridad. No hablaban ni una palabra de ellos durante las reuniones semanales, pero los inocentes rostros dejaban traslucir toda la gama de la esperanza, el desánimo el orgullo y la duda, conforme las diversas obras triunfaban o fracasaban. Todas sentían gran curiosidad y algunas palabras accidentales, insinuaciones o encuentros en lugares extraños, servían para avivarla más aún, aunque no se descubrió nada.
A Marion la vieron varias veces en un tranvía del North End, y a Lizzie en uno del South End, llevando una cartera con libros y diarios. Ella frecuentaba cierta tienda donde se vendían artículos de fantasía, e Ida traía siempre al club una costura muy sencilla. Maggie estaba muy ocupada en su casa, y Ana se hallaba siempre escribiendo cuando sus amigas iban a visitarla. Todas ellas parecían muy contentas, y contestaban con aire de importancia cuando sus relaciones les hacían preguntas acerca de su trabajo. Pero se divertían como de costumbre y, al parecer gozaban más que nunca de sus placeres, como si hasta entonces no se hubieran dado cuenta cabal de los felices que eran, y de lo mucho que debían dar gracias a Dios por su felicidad.
Y así fue pasando el invierno y, poco a poco, algo nuevo y agradable iba penetrando en las vidas de las muchachas. El gesto apático o descontento de algunas de ellas, desapareció por completo; su dulce seriedad y actividad alegre les daba un aspecto encantador, aunque ellas no lo advirtieran y se extrañaran al oír decir a algunas gentes:
-Esas muchachas están desarrollándose muy bien y, con el tiempo, llegarán a ser mujeres de provecho.
Las Flores de Mayo iban brotando bajo la nieve y, cuando llegó la primavera, comenzaron a exhalar un suave perfume; los sonrosados rostros se fueron animando y las hojas muertas cayeron, dejando al´ descubierto las plantas verdes y fuertes.

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