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-He estado cuidando a un correo escarlata; un pobrecillo, viejo y abandonado; ahora está trasplantado y me alegro de poder deciros que se encuentra muy bien.
-¿Qué quieres decir? -le preguntó Ella, mientras las demás ,a miraban con curiosidad.
Marion tomó un punto que se le había saltado en la media azul que estaban tejiendo y prosiguió, con ojos sonrientes:
-Queridas, así es como llamamos a los soldados del Cuerpo le Mensajeros, con sus gorras rojas y sus piernas incansables que trotan todo el día. Me encargué de cuidar a uno de ellos r os aseguro que lo pasé estupendamente. Pero antes de gozar con mi éxito, debo confesaros mis fracasos, que fueron muy tristes. Estaba tan deseosa de empezar cuanto antes a trabajar, que salí al encuentro del primer pobre que vi. Era un viejo, que está a veces en una esquina, vendiendo unas espantosas flores de papel. Estoy segura de que lo conocéis y habéis visto sus margaritas magenta y sus peonias amarillas. Bueno, a mí me daba mucha lástima, con su nariz enrojecida, sus ojos lacrimosos y sus cabellos blancos, parado en esquinas azotadas por el viento y ofreciendo silenciosamente sus espantosas flores.
Le compré todas las que tenía aquel día, se las regalé a unos niños negros que encontré por el camino, y le dije que viniera a casa para buscar un sobretodo viejo que mamá quería regalar. Me contó una historia lastimosa acerca de él y de su anciana esposa, que hacía aquellos horrores de papel en la cama, y me dijo que carecían de todo, pero que él no quería mendigar. Aquello me conmovió mucho y fui corriendo a casa para darle el sobretodo y unos zapatos, y cuando mi viejo Lear entró por la puerta de servicio, le ordené a la cocinera que le diera una comida caliente y le preparara algo bueno para su anciana esposa.
"Me llamaron arriba mientras él comía, bendiciéndome del modo más lindo, y pensé con alborozo que se había ido muy consolado. Pero, una hora más tarde, la cocinera vino espantada para decirnos que mi venerable y piadoso mendigo se había llevado varias camisas y calcetines de papá que estaban en la cesta del lavadero y la capucha que le guardábamos para la muchacha.
"Me enfurecí mucho y, acompañada de Harry fui en seguida a la dirección que el viejo pícaro me había dado, una casa vieja y sucia en Hanover Street.