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-Lo haré, mamá, pues ya estoy harta de revolver crema, mechar y batir huevos.
Estos platos no serán tan elegantes, pero debemos comerlos, así que será mejor que
aprenda a prepararlos, si es que Patty quiere enseñarme.
-Claro que sí; todo lo que sepa. Mamá considera que es parte importante de la
educación ,de una señorita, pues quien no puede tener sirvientes, puede servirse sola,
y quien es rica, no será tan dependiente como una dama ignorante. Para nosotras, lo
primordial es saber coser y cumplir las labores hogareñas; después se pueden aprender
otras cosas, si el tiempo y la fortuna lo permiten.
-Esa es la clase de muchachas que me gustan, como a cualquier hombre sensato...
Buena suerte, prima, y muy agradecido por una comida de primera y un sensato
sermón a manera de postre.
Rex abandonó la mesa con su mejor reverencia, y Patty enrojeció de placer ante el
elogio del estudiante. De aquí, y de la conversación sostenida más tarde por las
damas, surgió el almuerzo propuesto por Edith, a cuya preparación las primas
dedicaron mucha preocupación y cuidado, pues se proponían servir varias clases de
comidas campestres para satisfacer los diversos gustos. El plan fue creciendo
gradualmente a medida que trabajaban, y agregó una pequeña sorpresa que fue un
gran éxito.
Llegado el sábado, los muchachos más pequeños fueron enviados a pasar un día de
campo, para que la costa quedara despejada.
-Por favor, caballeros, nada de ocultarse bajo un sofá de mi casa, ni enredar mi
cena -dijo Edith, al ver que los hermanos menores partían sin novedad. Luego se puso
a trabajar con Patty y la criada, a fin de arreglar el comedor para el festín que allí sería
servido.
Como hoy en día los muebles antiguos están de moda, fue. fácil reunir todas las
viejas mesas, sillas, porcelanas y adornos de la casa, y convertir en un lugar agradable
la pieza soleada donde se alzaba un alto reloj, y los cortinados de un siglo de