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-La señora Bhaer no recibe a los reporteros.
-Si yo no pido más que un momento, dos segundos -contestó el hombre, girando para entrar de lado.
-Usted no la verá porque no está en casa -contestó Teddy, volviéndose para ver si su desventurada mamá había salido ya de detrás de la cortina.
-¡Cuánto lo siento! Volveré otra vez ¿Es éste su estudio? ¡Qué hermosa habitación!
Y el intruso siguió entrando y examinando con mucho descaro los objetos de la sala.
-No, señor, no; ya le he dicho a usted que no está -dijo Teddy suavemente, pero con firmeza, volviéndose otra vez, en la confianza de que su
madre habría podido escapar por el ángulo de la habitación.
-Si pudiera usted decirme dos palabras, sólo dos palabras respecto a la edad y lugar de nacimiento de la señora Bhaer, la fecha de su casamiento y los hijos que tiene, le quedaré a usted sumamente agradecido -continuó diciendo con descaro el visitante.
-Tiene unos sesenta años, nació en Nueva Zembla, se casó precisamente hoy hace cuarenta años y tiene once hijos. ¿Desea usted algo más, señor mío?
Y la severa cara de Teddy formaba tan burlesco contraste con su ridícula contestación, que hizo reír al reportero, quien se retiró en el momento en que entraba en la casa una señora seguida de tres muchachas muy peripuestas.
-Venimos de Oshkosh y no nos marcharemos sin ver a la querida tía Jo. Mis chicas son grandes admiradoras de sus obras y desean verla. Comprendo que es muy temprano para hacer visitas, pero tenemos que ver a Holmes y a Longfelees y otras celebridades, así es que no podemos perder tiempo y hemos venido aquí primeramente. Tenga usted la bondad de decirle que soy la señora Erastus Kinsbury Parmalee, de Oshkosh, y que no me importa esperar si es que no está arreglada para recibir; nos entretendremos mientras en mirar estas preciosidades. Todo esto fue dicho con tal rapidez, que Teddy se quedó sin entender la mitad de las palabras, permaneciendo con los ojos muy abiertos mirando como atontado a las muchachas sin darse cuenta exacta de nada.
-La señora Bhaer no está hoy visible; creo que acaba de salir; pero pueden ustedes entretenerse si quieren en mirar lo que hay por aquí y luego pueden salir al jardín -dijo el muchacho volviéndoles la espalda, porque una de ellas lo miraba con mucha insistencia.