Los Muchachos de Jo (Louisa May Alcott) Libros Clásicos

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-Ya hay bastante, a lo menos por un poco de tiempo; las excitaciones violentas me gustan mucho; pero son peligrosas, y hay que descansar. Ahora quisiera probar fortuna en la agricultura en gran escala; porque, después de haber vagabundeado tanto tiempo por esos mundos de Dios, creo que me conviene dedicarme a ese trabajo rudo. Ya hice un ensayo en Australia en ganado lanar, y estoy algo enterado de eso.
Los que estaban enterados de lo mal que le había resultado aquel negocio se pusieron a reír haciendo perder a Dan por un momento la gravedad que se dibujaba en su cara.
-¡Idea superior, Dan! - exclamó la tía Jo al ver un rayo de esperanza en que se estableciera el muchacho y dejase ya de pensar en aventuras. Por lo menos, sabremos dónde estás, y podríamos ir alguna vez a verte; y no pondrías, como antes, la mitad del mundo de por medio. Te mandaría a mi Teddy, que se te parece mucho en lo intranquilo, y estaría contigo hasta que agotara la mitad de las energías que le sobran.
-Sí, mamá; pero las minas de California ofrecen mas porvenir que la agricultura - contesto Teddy, porque había estado ya examinando los pedazos de mineral que Dan había traído para el profesor.
-Mira, Dan, márchate y funda una ciudad; nosotros iremos después a poblarla, y como necesitaras un periódico, yo lo dirigiré, y esto me gustará más que andar por ahí pidiendo favores por las redacciones -propuso John, que andaba siempre buscando las oportunidades para distinguirse en la línea periodística.
-Y hasta podríamos fundar allí un colegio. Esas rudas gentes del Oeste tienen hambre de aprender -añadió el siempre joven señor March; porque con la vista y el pensamiento hubiera deseado de buena gana extender la enseñanza por las dilatadas regiones del Oeste de su país.
-¡Adelante, Dan!, que todos iremos detrás de ti. Yo no tengo inconveniente en emplear algunas cantidades en la compra de algunos campos y edificar colegios para los chicos - dijo el señor Laurie, que no se cansaba nunca de animar de palabra a los muchachos, ni les cerraba tampoco su bolsa.
-Es preciso llevar un buen repuesto de dinero, porque la cosa, sea cual fuere, no produce en seguida, y yo ya estoy un poco cansado, y antes de decidirme tengo que consultar con ustedes - dijo Dan, algo conmovido al ver el gran interés que todos se tomaban por él.

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