Las Mujercitas se casan (Louisa May Alcott) Libros Clásicos

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chilló Polly, el loro de tía March, bajándose de su alcándara para espiar la cara de Jo con aire tan cómico que fue imposible no soltar la risa.
-¡Qué pájaro tan observador! -dijo la anciana.
-¿Vienes a pasear, querida? -gritó Polly yéndose a saltitos hasta el armario de la loza con una mirada que pedía a gritos: ¡azúcar!
-Gracias, así lo haré. Vamos, Amy. -Y Jo puso fin a la visita cada vez más convencida de que esa actividad
tenía un efecto fatal en ella. Se despidió con varoniles apretones de mano, pero Amy besó a las dos tías y al parar las muchachas dejaron tras ellas una impresión de sombra que hizo exclamar 9 tía March en cuanto las chicas desaparecieron de su vista:
-Es mejor que lo hagas en seguida, María. Yo pondré el dinero.
Y tía Carrol añadió:
-Ya lo creo que lo haré, siempre que el padre y la madre lo consientan.

VII
CONSECUENCIAS

La feria de la señora de Chester era tan elegante y selecta que las muchachas de la vecindad consideraban un gran honor que las llamasen para atender un quiosco. Invitaron a Amy, pero no a Jo, lo cual fue una suerte para ambas, pues Jo andaba esa temporada con los brazos en jarra y en contra de todo el mundo. La "muchacha altiva y poco interesante" fue dejada en paz y sola, mientras que el talento y buen gusto de Amy recibieron un justo homenaje con la asignación del quiosco dedicado al arte. La muchacha se empeñó realmente para preparar y conseguir elementos valiosos y apropiados para enriquecerlo.
Todo anduvo como sobre ruedas hasta la víspera de la inauguración; entonces ocurrió una de esas escaramuzas difíciles de evitar cuando tratan de trabajar juntas unas veinticinco mujeres, viejas y jóvenes, cada una con sus gustos, prejuicios y resentimientos particulares. May Chester tenía celos de Amy porque era más popular que ella, y en este caso especial fueron varias las circunstancias que contribuyeron a aumentar aquel sentimiento. La primera espina fue que el delicado trabajo a pluma de Amy eclipsó completamente los jarrones pintados de May; segunda espina: en un baile reciente, el muy conquistador de Tudor había danzado cuatro veces con Amy y sólo una con May. Pero el agravio principal, lo que enconó el alma de May y le dio pretexto para su conducta poco amistosa, fue el rumor repetido al oído de May por alguna chismosa, de que las chicas de March se habían burlado de ella en casa de los Lamb.

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