Las Mujercitas se casan (Louisa May Alcott) Libros Clásicos

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-Hazle la casa tan agradable que no le den ganas de salir. Estoy segura que tu Juan está anhelando su hogar, pero sin ti no es tal hogar y tú estás siempre en la "nursery".
-¿Acaso no es mi deber estar ahí?
-No todo el tiempo; el demasiado encierro te pone nerviosa y entonces no estás buena para nada. Pero más importante aún es el hecho de que te debes a John, además de a los nenes. No descuides al marido por los hijos y no " le cierres a él las puertas de la "nursery", sino que debes enseñarle el modo de ayudarte respecto a los niños. Su lugar es allí igual que el tuyo y los chicos lo necesitan también a él; déjale sentirse parte de todo ese mundo y ¡verás cómo todo va mejor para ustedes cuando eso ocurra!
-¿Lo crees así, madre?
-Lo sé positivamente, Meg, pues cuando tú y Jo eran chicas hice lo mismo que tú ahora. Tu pobre padre se dedicó a sus libros, después de haberle rechazado todo ofrecimiento de ayuda. Me dejó que probara sola mi experimento. Luché todo lo que pude, pero Jo era un caso difícil, y casi la echo a perder consintiéndola demasiado. Tú no eras muy fuerte y yo me preocupaba tanto por tu salud que casi me enfermo yo. Ahí fue que papá vino en mi ayuda y me salvó, manejando con calma las cosas y haciéndose tan indispensable que yo me percaté de mi error y nunca más he podido pasarme sin él. Ése es el secreto de la felicidad de nuestro hogar: él no permite que su trabajo le enajene los pequeños cuidados y deberes que nos afectan a todos, y por mi parte trato de que las preocupaciones domésticas no destruyan mi interés por sus empresas. Cada uno realiza su papel solo en muchas cosas, pero en casa obramos siempre juntos.
-Así es, mamá. Ojalá pudiese yo ser para mi marido y mis hijos lo que tú has sido para los tuyos. Enséñame cómo proceder y voy a hacer todo cuanto me indiques.
-Siempre fuiste dócil, Meg; ¡así me gusta! Bueno, la cuestión es que Juan tenga más que ver con el manejo de Demi, por ejemplo, pues un varón necesita una formación especial y nunca es demasiado pronto para empezarla. Luego, si yo estuviese en tu lugar, haría lo que te he propuesto tantas veces: dejar que venga Ana a ayudarte; sabes que es una niñera excelente y puedes confiarle los chicos sin temor mientras tú haces más del trabajo de la casa, pues te está haciendo falta el ejercicio.

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