María Antonieta (Stefan Zweig) Libros Clásicos

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Con su natural amabilidad y su vivaz alegría. sabe manejar tan hábil y finamente a las ayas y abates que debían educarla, que puede escabullirse en
todas las horas de clase. Cierto día nota con espanto María Teresa, quien, en medio de la multitud de los asuntos de Estado, jamás pudo ocuparse cuidadosamente ni de un solo miembro de su rebaño de hijos, que, a los trece años, la futura reina de Francia no sabe escribir correctamente en ale mán ni en francés, ni posee siquiera los más elementales cono cimientos de historia y cultura general; con la ejecución musical no va mucho mejor, aunque le dé lecciones de piano nada menos que Gluck. En el último mo mento hay que recuperar lo perdido; la juguetona y perezosa Toinette tiene que ser convertida en una dama instruida. Ante todo es importante para una futura reina de Francia que sepa bailar decorosamente y hable francés con buen acento; para este objeto, María Teresa contrata urgentemente al gran maestro de danza Noverre y a dos comediantes de una compañía francesa que trabaja en Viena: el uno para la pronunciación y el otro para el canto. Pero apenas el embajador francés comunica esto a la corte de los Borbones, cuando llega de Versalles una enojada advertencia: una futura reina de Francia no puede ser educada por una patulea de cómicos. Apresuradamente se entablan nuevas negociaciones diplo­máticas. pues Versalles considera ya como asunto propio la educación de la propuesta novia del delfín, y al cabo de largas discusiones por recomendación del obispo de Orleans, es enviado a Viena como preceptor cierto abate Vermond; de su mano poseemos los primeros informes auténticos sobre la archiduquesa de trece años. La encuentra encantadora y simpática: «Junto con un semblante delicioso. posee todas las inne gables gracias en su ligura. y si crece algo, como es lícito esperar. tendrá todos los encantos que se pueden desear en tan alta princesa. Su carácter y su corazón son excelentes». De un modo significativamente más reservado, se manifiesta, no obs tante. el buen abate sobre los conocimientos reales y el afán de aprender de su discípula. Juguetona, distraída, retozona, traviesa, la pequeña María Antonieta, a pesar de su gran facilidad de comprensión, no muestra jamás la menor inclinación a ocuparse de ningún asunto en serio. «Tiene más inteligencia de la que se sospechó en ella durante largo tiempo, pero, por desgracia, esta inteligencia, hasta los doce años, no ha sido acostumbrada a ninguna concentración. Un poco de dejadez y mucha ligereza me han hecho aún más difícil el darle lecciones. Comencé durante seis semanas por los fundamentos de las bellas letras; comprendía bien, juzgaba rectamente, pero no podía llevarla a que profundizara en las materias, aunque sentía yo que tenía capacidad para ello.

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