Las amistades peligrosas (Choderlos de Laclos) Libros Clásicos

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Preví que la tarde se pasaría tristemente, y para evitar el fastidio pretexté que tenía que escribir, y me retiré a mi cuarto. Volví a la sala a las seis, y la señora se Rosemonde propuso que fuésemos a paseo, lo que fue aceptado; pero al momento de subir al coche, la fingida enferma, por efecto de malicia infernal, pretextó en cambio y acaso para vengarse de mi ausencia, que su mal de cabeza se había aumentarlo, y me hizo aguantar, sin piedad, la compañía a solas de mi tía. No sé si mis imprecaciones contra esta mujer diabólica fueron oídas, pero lo cierto es que a la vuelta del paseo la hallamos acostada. Al día siguiente, al momento del desayuno, ya no era la misma mujer. Había recobrado su dulzura natural, y tuve motivo de creer que me había perdonado.
Apenas acabamos, la amable señora se levantó con aire indolente y entró en el parque al cual la seguí, como usted puede pensar. "¿De dónde puede nacer ese deseo de pasear?, le dije acercándome a ella. He escrito mucho esta mañana, me respondió, y estoy fatigada. No soy bastante dichoso, repliqué yo, para tener que echarme en cara esa fatiga. También he escrito a usted, volvió a decir ella, pero no me resuelvo a darle mi carta. Pido en ella una cosa y usted no me tiene acostumbrada a esperar que me la conceda. Ah, juro que si es posible... Nada más fácil, interrumpió, y aunque usted debiese acaso concederla como un acta de justicia, consiento en recibirla como una gracia."
Al decir esto me presentó su carta, y al tomarla cogí también su mano, que retiró, pero sin cólera y con más embarazo que viveza "Hace más calor de lo que pensaba, dijo; es preciso volvernos" Y tomó el camino de la casa. Hice varios esfuerzos para persuadirla que siguiésemos el paseo y tuve necesidad de recordar que podíamos ser vistos para no emplear sino mi elocuencia. Entró sin proferir una sola palabra, y vi claramente que este fingido paseo no había tenido otro objeto que el de entregarme su carta. Subió a su cuarto y yo me retiré al mío para leerla. Bueno será que haga usted lo mismo y que lea juntamente mi respuesta antes de ir más lejos...

CARTA XLI
LA PRESIDENTA DE TOURVEL AL VIZCONDE DE VALMONT

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