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voluntarios. Se despidieron de nosotros, y se marcharon. ¡También ellos
fueron héroes! Dieron sus vidas para que otras cuatrocientas personas
pudieran vivir. Salieron, permanecieron unos momentos junto a los dos
cadáveres, mirándonos, pensativos; luego movieron las manos en un último
signo de adiós, y partieron lentamente hacia la ciudad en llamas,
arrastrando los dos cadáveres.
>>todas las precauciones fueron inútiles. La mañana siguiente, la peste
causó su primera víctima entre nosotros. Fue una joven nodriza de la
familia del profesor Stout. No eran momentos propicios para el
sentimentalismo. Con la esperanza de que fuera la única persona
contagiada, le intimamos a se fuera, y la echamos. Obedeció, y se alejó
lentamente, retorciéndose las manos de desesperación y sollozando
lastimosamente. No dejaba de afectarnos la brutalidad de nuestro acto;
pero ¿qué otra cosa se podía hacer? Había que sacrificar a individuo para
salvar a la masa.
>>Pero la cosa no terminó ahí. Tres familias habían elegido alojarse
juntas en uno de los laboratorios de la escuela. Por la tarde encontramos
entre ellos cuatro cadáveres, y siete casos de peste en grados distintos.
>>A partir de aquel momento, el horror se apoderó de la casa. Los
cadáveres fueron abandonados allí donde estaban, y obligamos a los
supervivientes de aquellas familias a aislarse en otra habitación. Las
familias estaban contagiadas. En cuanto se manifestaba el síntoma de la
peste, encerrábamos a las víctimas en un cuarto de aislamiento. Y la gente
tenía que meterse en ellos por su propia voluntad, sin que tuviéramos que
tocarlos. Era algo que revolvía el estómago.
>>pero la peste seguía ganando terreno. Todas las habitaciones aisladas
iban llenándose, una tras otra, los muertos y los moribundos. Los que
todavía estabamos sanos abandonamos el primer piso y nos replegamos al
segundo. Luego el tercero, cediendo ante la marea de muerte que,
habitación tras habitación y piso a piso, iba sumergiendo todo el
edificio.
>>La escuela no tardó en convertirse en un osario, y, la noche siguiente,