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Jack London
Título original: "The Minions of Midas"
Las muertes concéntricas
Wade Atsheler ha muerto... ha muerto por mano propia. Decir que esto erainesperado para el reducido grupo de sus amigos, no sería la verdad; sinembargo, ni una vez siquiera, nosotros, sus íntimos, llegamos a concebir esaidea.
Antes de la perpetración del hecho, su posibilidad estaba muy lejos denuestros pensamientos; pero cuando supimos su muerte, nos pareció que laentendíamos y que hacía tiempo la esperábamos. Esto, por análisisretrospectivo, era explicable por su gran inquietud. Escribo "gran inquietud" deliberadamente.
Joven, buen mozo, con la posición asegurada por ser la mano derecha de EbenHale, el magnate de los tranvías, no podía quejarse de los favores de lasuerte. Sin embargo, habíamos observado que su lisa frente iba cavándose enarrugas más y más hondas, como por una devoradora y creciente angustia.Habíamos visto en poco tiempo que su espeso cabello negro raleaba y seplateaba como la yerba bajo el sol de la sequía. ¿Quién de nosotrosolvidaría las melancolías en que solía caer, en medio de las fiestas que,hacia el final de su vida, buscaba con más y más avidez? En tales momentos,cuando la diversión se expandía hasta desbordar, súbitamente, sin causaaparente, sus ojos perdían el brillo y se hundían, su frente y sus manoscontraídas y su cara tornadiza, con espasmos de pena mental, denotaban unalucha a muerte con algún peligro desconocido.
Nunca habló del motivo de su obsesión, ni fuimos tan indiscretos parainterrogarlo. Aunque lo hubiéramos sabido, nuestra fuerza y ayuda no hubieranservido de nada. Cuando murió Eben Hale, de quien era secretario confidencial-más aún, casi hijo adoptivo y socio-, dejó del todo nuestra compañía, y no,ahora lo sé, por serle desagradable, sino porque su preocupación se hizo talque ya no pudo responder a nuestra alegría ni encontrar ningún alivio en ella.No podíamos entender entonces la razón de todo esto. cuando se abrió eltestamento de Eben Hale, el mundo supo que Wade Atsheler era el únicoheredero de los muchos millones de su jefe, y que se estipulaba expresamenteque esta enorme herencia se le entregara sin distingos, tropiezos niincomodidades.