Historia de la Conquista del Perú y de Pizarro (Henri Lebrún) Libros Clásicos

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Trabajaban los metales preciosos, que
abundaban en su país, con una habilidad igual, si no superior, a la que
empleaban los mexicanos para sus adornos; y si bien los españoles estaban
acostumbrados a admirar en México este género de industria, quedaron
sorprendidos de lo que vieron en el Perú, cuyos naturales fabricaban, con
un arte admirable, espejos por medio de una piedra brillante que les
proporcionaba el suelo, vasos de tierra de diferentes tamaños y forma, e
instrumentos de muchas clases; siendo más de admirar la destreza que en la
fabricación de aquellos objetos manifestaban, cuanto que carecían de
medios mecánicos y no conocían el hierro. A pesar de estas observaciones
encaminadas a probar que los peruanos habían dado algunos pasos en la
civilización, fuerza es convenir que bajo otros respetos no habían hecho
grandes progresos en la vida social. El imperio de los incas, aunque de
una inmensa extensión y encerrando una población numerosísima, carecía de
grandes ciudades, indispensables para asegurar la prosperidad y la cultura
de un pueblo. En la época de la invasión de Pizarro, Cuzco era el solo
lugar que pudiese compararse a una ciudad; todo lo demás era un inmenso
desierto en el cual estaban diseminadas aldeas y habitaciones aisladas. La
falta de esos grandes centros [23] de moradores era un obstáculo para que
la población pudiese desarrollarse. El perfeccionamiento de las costumbres
y de las artes debió ser tan lento y difícil, que, como observa con razón
Robertson, «debe extrañarse, no que los peruanos no hubiesen hecho más
progresos en la civilización, sino que hubiesen adelantado tanto.»
La distinción entre las profesiones y la variedad de los trabajos no
eran ni tan completos, ni tan marcados como en México; la única clase
separada de la masa general era la de los operarios que trabajaban en
objetos de adorno. Desconocíase también todo lo que se parecía a comercio,
puesto que las más simples operaciones de cambio sólo empiezan a
establecerse cuando los hombres se reúnen en gran número. No había en el
Perú ni un solo mercado público, y el trabajo en común hacía que hubiese
pocas comunicaciones entre las provincias, a no ser en tiempo de guerra, o
cuando los incas visitaban su inmenso imperio; en cuyo caso los príncipes

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