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-Czernik -contestó Hawkoom-. ¿Está aquí?
-Sí. -El hombrecilló señaló con el pulgar una puerta que ostentaba el letrero de «Excusado»-. Está ahí, dejando sitio para más. No tardará en salir. ¿Le llamo?
-No.
Hawkmoon paseó la vista en derredor suyo y se sentó en un banco que juzgó más limpio que los demás.
-Le esperaré.
-¿Deseáis una copa de víno para apaciguar la espera?
-Muy bien.
Hawkmoon no tocó el vino y esperó a que Czernik apareciera. Por fin, el veterano salió tambaleándose y se dirigió hacia la barra sin más dilación.
-Otra botella -masculló.
Tanteó sus ropas, como si buscara la bolsa. No había visto a Hawkmoon.
Dorian se levantó.
-¿Czernik?
El viejo se giró en redondo y estuvo a punto de caer. Su mano buscó una espada que, mucho tiempo atrás, había vendido para pagarse la bebida.
-¿Habéis venido a matarme, traidor? -Entornó sus ojos hinchados, de odio y temor-. Voy a morir por decir la verdad. Si el conde Brass estuviera aquí... ¿Sabéis cómo se llama este lugar?
-La Travesía del Dniéper.
-Sí. Combatimos codo con codo, el conde Brass y yo, en La Travesía del Dniéper. Contra el ejército del príncipe Ruchtof, contra sus cosacos. El río iba tan cargado de cadáveres que su curso se alteró para siempre. Al final, todos los hombres del príncipe Ruchtof murieron, y de nuestro bando sólo quedamos con vida el conde Brass y yo.
-Conozco la gesta.
-Por lo tanto, sabéis que soy valiente. Que no os temo. Matadme, si tal es vuestro deseo, pero no conseguiréis silenciar al conde Brass.
-No he venido a silenciarte, Czernik, sino a escucharte. Descríbeme otra vez lo que has visto y oído.
Czernik lanzó una mirada suspicaz a Hawkmoon.
-Ya os lo he dicho esta tarde.
-Me gustaría escucharlo de nuevo, eliminando las acusaciones de tu cosecha. Repíteme, tal como las recuerdes, las palabras que el conde Brass te dirigió.
Czernik se encogió de hombros.
-Dijo que codiciasteis sus tierras y su hija desde que llegasteis a la Kamarg. Dijo que habíais cometido innumerables traiciones mucho antes de conoceros. Dijo que combatisteis en Colonia contra el Imperio Oscuro, que después os unisteis a los Señores de las Bestias, a pesar de que habían asesinado a vuestro propio padre. Después, os levantasteis contra el Imperio cuando creísteis que erais lo bastante fuerte, pero os derrotaron y os llevaron encadenado a Londra donde, a cambio de vuestra vida, participasteis en una conspiración contra el conde Brass. Una vez libre, os dirigisteis a la Kamarg y pensasteis que sería más fácil traicionar de nuevo a vuestros amos del Imperio.