Crónicas del castillo de Brass (Michael Moorcock) Libros Clásicos

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Estaba sudando. La lanza flamíger~ obraba algún efecto . ¡Poseo los medios de controlar todos los acontecimientos de este mundo... y de los demás !

-¡Pues controladlos! -le desafió Hawkmoon, y subió al máximo la potencia de su arma.

-¡Aaaaj! Idiotas... Si destruís mi máquina, desestructuraréis el tejido temporal. Todo fluirá, el caos se apoderará del universo. ¡Toda inteligencia morirá!

Y entonces, Oladahn se abalanzó sobre la pirámide, girando la espada sobre su cabeza, y trató de atravesar la peculiar sustancia que protegía a Kalan del rayo lanzado por la lanza flamígera.

-¡Atrás, Oladahn! -gritó Hawkmoon-. ¡La espada no os servirá de nada !

Pero Oladahn descargó dos mandobles sobre la pirámide, la atravesó y casi empaló a Kalan de Vitall, que se volvió y ajustó una pequeña pirámide que sujetaba en la mano. Dirigió una mirada henchida de maldad a Oladahn.

-¡Cuidado, Oladahn! -chilló Hawkmoon, presintiendo de nuevo peligro.

Oladahn echó hacia atrás el brazo para descargar otro golpe sobre Kalan.

Oladahn gritó.

Miró a su alrededor desconcertado, como si viera algo más que la pirámide y la cubierta del barco.

-¡El oso! chilló-. ¡Me ha cogido!

Y después, con un aullido estremecedor, desapareció.

Hawkmoon dejó caer la lanza flamígera y se lanzó hacia adelante pero sólo consiguió discernir las facciones burlonas de Kalan antes de que también la pirámide se desvaneciera.

Ni rastro de Oladahn. Hawkmoon sabía que, al menos de momento, el hombrecillo había sido devuelto al momento en que dejó su tiempo. ¿Se le permitiría continuar en él?

A Hawkmoon no le habría importado tanto, pues sabía que Oladahn había sobrevivido al ataque del oso, de no ser por la certeza de que Kalan poseía un inmenso poder.

Bien a su pesar, Hawkmoon se estremeció. Se volvió y observó que tanto la tripulación como el capitán le dirigían extrañas miradas suspicaces.

Volvió a su camarote sin pronunciar palabra.

Ahora, era más urgente que nunca encontrar Soryandum y al pueblo fantasma.


3. El viaje a Soryandum

Poco después del incidente en el puente, el viento se levantó con gran fuerza y dio la impresión de que se avecinaba una tormenta. El capitán ordenó desplegar todas las velas para huir de la tormenta y llegar a Behruk lo antes posible.

Hawkmoon sospechó que las prisas del capitán se debían más al deseo de librarse de sus pasajeros que a la preocupación por el cargamento, pero el hombre le caía bien. Otro capitán, después de un incidente parecido, habría arrojado a los cuatro por la borda con toda la razón del mundo.

El odio de Hawkmoon hacia Kalan de Vitall se intensificó.

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