Crónicas del castillo de Brass (Michael Moorcock) Libros Clásicos

Página 51 de 244

Por eso nos mostramos reticentes a revelarnos, por si os hubieran inducido mediante engaños a conducirles a Soryandum, abrigando malas intenciones hacia nuestra ciudad.

-Son-buenos amigos -contestó Hawkmoon-, pero no de este segmento temporal. ¿Es eso lo que confunde a vuestros instrumentos, Rinal?

-Tal vez. Bien, confiaré en vos, Hawkmoon, por razones obvias. Sois un invitado bien recibido en Soryandum, porque gracias a vos hemos sobrevivido.

-Y gracias a vosotros que yo he sobrevivido -sonrió Hawkmoon-. ¿Dónde estáis, Rinal?

La figura de Rinal, alta y etérea, apareció de repente a su lado. Iba desnudo, sin el menor adorno, y su cuerpo poseía cierta opacidad lechosa. Su rostro era enjuto y sus ojos parecían ciegos, tan ciegos como los de la bestia mecánica, aunque miraba a Hawkmoon.

-Fantasmas de ciudades, fantasmas de hombres dijo el conde Brass, envainando la espada-. En cualquier caso, si nos habéis salvado la vida de esa cosa -indicó a la bestia mecánica-, he de daros las gracias. -Hizo una reverencia-. Os doy humildemente las gracias, señor fantasma.

-Lamento que nuestra bestia os causara tantos problemas -dijo Rinal de Soryandum-. La creamos hace muchos siglos, para proteger nuestros tesoros. La habríamos destruido, pero temíamos que los sicarios del Imperio Oscuro regresaran para apoderarse de nuestras máquinas y utilizarlas con fines perversos; por otra parte, no podíamos hacer nada hasta que se aproximaran a nuestra ciudad, pues, como bien sabéis, Dorian Hawkmoon, nuestro poder no traspasa los límites de Soryandum. Nuestra existencia está completamente ligada a la existencia de la ciudad. Sin embargo, fue fácil ordenar a la bestia que muriera.

-Fue una gran idea por vuestra parte, duque Dorian, aconsejarnos que retrocediéramos hacia aquí -dijo Bowgentle de todo corazón-. De lo contrario, los tres habríamos muerto.

-¿Dónde está vuestro amigo? -preguntó Rinal-. El que os acompañó en vuestra primera visita a Soryandum.

-Oladahn ha muerto dos veces -respondió Hawkmoon en voz baja.

-¿Dos veces?

-Sí, y estos otros amigos han estado a punto de morir por segunda vez, como mínimo.

-Me intrigáis -dijo Rinal-. Venid, os obsequiaremos con algunas viandas y, entretanto, me explicaréis todos estos misterios.

Rinal condujo a los tres amigos por las calles resquebrajadas de Soryandum, hasta llegar a una casa de tres pisos que carecía de entrada en la planta baja. Hawkmoon ya conocía la casa. Aunque en apariencia no se diferenciaba de las demás casas en ruinas, aquí vivía el pueblo fantasma cuando necesitaba adoptar forma humana.

Dos figuras fantasmales surgieron de lo alto, descendieron hacia Hawkmoon, Bowgentle y el conde Brass, y les izaron sin esfuerzo, transportándoles hasta una amplia ventana del segundo piso que era la entrada a la casa.

Página 51 de 244
 


Grupo de Paginas:             

Compartir:



Diccionario: