Página 201 de 244
-No hace mucho, me creía sin camaradas. Ahora tengo muchos. Sólo por este motivo combatiré con ellos.
Sus palabras complacieron a Erekose.
-Puede que sea la mejor de las razones.
El capitán tomó la palabra de nuevo, los ciegos ojos perdidos en la lejanía.
-Esta misión carece de recompensa, excepto la certidumbre de que vuestro éxito ahorrará al mundo muchos sufrimientos. Vos, Elric, aún obtendréis una recompensa inferior a la de los demás.
Elric aparentó disentir, pero Hawkmoon no pudo leer la expresión del albino cuando contestó.
-Tal vez no.
-Como digáis. -El capitán adoptó un tono más relajado-. ¿Más vino, amigos míos?
Bebieron y esperaron a que continuara. Levantó la cabeza, como si se dirigiera al cielo, y habló con voz distante.
-En esa isla hay unas ruinas, acaso de una ciudad llamada en otro tiempo Tanelorn, y en el centro de estas ruinas se alza un solo edificio. Es el que utilizan Agak y su hermana. Debéis atacarlo. Supongo que lo reconoceréis enseguida.
-¿Y hemos de matar a ese par?
Erekose habló como si la tarea fuera ínfima.
-Si podéis. Tienen servidores que les ayudan. También habéis de matarlos. Después, el edificio ha de ser pasto de las llamas. Esto es muy importante. -El capitán hizo una pausa-. Incendiado. No debe ser destruido de otra forma.
Hawkmoon observó que Elric sonreía.
-Existen pocos métodos más para destruir un edificio, señor capitán.
Hawkmoon consideró la observación absurda, y muy educada la respuesta del capitán.
-Sí, cierto. No obstante, es mejor que recordéis mis palabras.
-¿Conocéis el aspecto de esos dos, Agak y Gagak?
El capitán meneó la cabeza.
-No. Es posible que parezcan seres de nuestros mundos, y es posible que no. Pocos les han visto. No ha mucho que han podido materializarse.
-¿Cuál es la mejor manera de vencerles? -preguntó Hawkmoon, casi en son de broma.
-Con valentía e ingenio -respondió el capitán.
-No sois muy explícito, señor dijo Hawkmoon, en un tono similar al de Hawkmoon.
-Soy lo más explícito posible. Ahora, amigos míos, sugiero que descanséis y preparéis vuestras armas.
Salieron a la sempiterna niebla. Se aferraba al barco como un animal desesperado, que se agitaba y les amenzaba.
El estado de ánimo de Erekose había cambiado.
-Tenemos escaso libre albedrío, por más que queramos engañarnos. Tanto si morimos como si no en esta empresa, poco influirá en el esquema general de las cosas.
-Creo que sois pesimista, amigo -dijo Hawkmoon con sarcasmo.
Habría continuado, pero Corum le interrumpió.
-Realista.
Llegaron al camarote que compartían Erekose y Elric.