Middlemarch, Un estudio de la vida de las Provincias (George Eliot) Libros Clásicos

Página 13 de 768

Pero me resulta necesario tomar la máxima precaución con la vista.

Era la primera vez que el señor Casaubon hablaba con cierta prolijidad. Lo hizo con precisión, como si se le hubiera pedido que hiciera una declaración pública, y la pulcritud equilibrada y modulada de sus palabras, en ocasiones acompañadas de un movimiento de la cabeza, era tanto más conspicua por cuanto contrastaba con el desmadejado desaliño del bueno del señor Brooke. Dorothea se dijo que el señor Casaubon era el hombre más interesante que había conocido, sin tan siquiera la exclusión de Monsieur Liret, el clérigo de Vaudois que había conferenciado sobre la historia de los valdenses (5).

(4) Robert Southey (1774-1843), poeta romántico inglés. Además de la Hùtory of the Peninsular IVar (1823-1832) que el señor Brooke menciona, Southey escribió varias obras con tema español y tradujo algunos de nuestros clásicos medievales.
(5) Miembros de una secta religiosa fundada por Pierre Valdo en Francia en el siglo xii. Negaban la autoridad del papa y creían que los laicos, incluidas las mujeres, podían predicar. Aunque fueron perseguidos por la Inquisición, los valdenses se extendieron por toda Europa, y hoy en día perviven en Italia, Hispanoamérica y Estados Unidos.


Reconstruir un mundo pasado -¡qué obra cerca de la cual encontrarse, en la que colaborar, aunque sólo fuera sosteniendo la lámpara! Este pensamiento ennoblecedor la hizo vencer la irritación ante la imputación de ignorancia en cuanto a la economía política, esa misteriosa ciencia que, a modo de extintor, solía serle arrojada contra su lucidez.

-Señorita Brooke, creo que a usted le gusta montar -aprovechó para decir en ese momento Sir James-. Tal vez quisiera participar un poco en los placeres de la caza. Me gustaría que me permitiera mandarle un caballo castaño para que lo probara. Lo han domado expresamente para una dama. La vi el sábado al trote por la colina en un rocín indigno de usted. Mi mozo le traerá a Corydon todos los días; no tiene más que indicarme la hora.

-Se lo agradezco, y es usted muy amable, pero pienso dejar de montar. Ya no montaré más -dijo Dorothea, empujada a esta brusca decisión por el enojo que le producía el que Sir James reclamara su atención cuando ella quería dedicársela plenamente al señor Casaubon.

-Pero, ¡qué lástima! -dijo Sir James en un tono de reproche que dejaba traslucir un fuerte interés-.

Página 13 de 768
 

Paginas:
Grupo de Paginas:                                   

Compartir:




Diccionario: