Política (Aristóteles) Libros Clásicos

Página 283 de 299

vida a los tiranos, o por lo menos han conspirado, movidos por
resentimientos de este género. En Mitilene, por ejemplo, los pentálides,
que tenían gusto en recorrer la ciudad dando palos a los que encontraban,
fueron degollados por Negacles, auxiliado por algunos amigos; y más tarde
Esmerdis mató a Pentilo, que le había maltratado, a cuya venganza le
impulsó su mujer. Si en la conspiración contra Arquelao, Decámnico, lleno
de furor, se hizo jefe de los conjurados, siendo el primero en excitarlos,
fue porque Arquelao le había entregado al poeta Eurípides, quien hizo que
le azotaran cruelmente por haberse burlado de lo mal que le olía el
aliento. A muchos monarcas han costado semejantes ultrajes la vida o el
reposo. El miedo, que hemos indicado como una causa de trastornos en las
repúblicas, no lo es menos en las monarquías. Así Artabanes mató a Jerjes
sólo por el temor de que llegara a su noticia que había hecho colgar a
Darío, a pesar de la orden en contrario que había recibido; pues Artabanes
había alimentado al pronto la esperanza de que Jerjes habría olvidado esta
prohibición, que había hecho en medio de un festín. El desprecio produce
también revoluciones en los Estados monárquicos. Sardanápalo fue muerto
por uno de sus súbditos, el cual, si hemos de creer la tradición, le había
visto con la rueca en la mano en medio de sus mujeres. Admitiendo que este
hecho sea falso respecto a Sardanápalo, puede muy bien ser verdadero con
relación a otro cualquiera. Dión no conspiró contra Dionisio el Joven sino
a causa del desprecio que le inspiraba al ver que todos sus súbditos
hacían de él tan poco caso, y que estaba sumido en una continua
embriaguez. Motivos de este género son los que principalmente mueven a
veces a los amigos del tirano a obrar contra éste; la confianza que tienen
con él les inspira el desdén y la esperanza de ocultar sus conspiraciones.

Página 283 de 299
 



Grupo de Paginas:               

Compartir:




Diccionario: