Cómo crece tu jardín (Agatha Christie) Libros Clásicos

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-Me abruma usted, inspector.
Cortésmente, Poirot estrechó la mano del inspector y se marchó.


Al día siguiente por la tarde le llamaron por teléfono.
-¿Es usted, monsieur Poirot? Le habla el inspector Sims. Parece que aquel asuntito que sabemos usted y yo se va animando.
-¿De verdad? Cuénteme, se lo ruego....
-Bueno, ahí va el artículo número 1... y bastante importante, por cierto. La señorita B dejó un pequeño legado a su sobrina y todo lo demás a K. En consideración a su gran bondad y atenciones para con ella... así es como se expresa. Eso cambia el aspecto de las cosas totalmente, a mi juicio.
Ante la mente de Poirot se presentó una escena: un rostro sombrío y una voz apasionada que decía: «El dinero es mío. Ella lo ha escrito así y así será.» El legado no iba a constituir una sorpresa para Katrina; tenía conocimiento de él con anticipación.
-Artículo número 2 -continuó la voz del inspector Sims-. Nadie más que K anduvo con el sello.
-¿Está usted seguro de eso?
-La propia chica al menos no lo niega. ¿Qué opina usted de eso...?
-Es sumamente interesante.
-Sólo necesitamos una cosa más... pruebas de cómo llegó a sus manos la estricnina. No creo que sea difícil.
-¿Pero hasta ahora no ha tenido éxito?
-Acabo de empezar, como quien dice. La encuesta fue esta mañana.
-¿Qué ocurrió en ella?
-Se aplazó por una semana.
-¿Y la señorita... K?
-Voy a detenerla por sospechosa. No quiero correr riesgos. Puede que tenga amigos en el país que traten de sacarla de esto,
-No -dijo Poirot-. No creo que tenga ningún amigo.
-¿De verdad? ¿Qué le hace decir a usted eso, monsieur Poirot?
-Es sólo una idea más. ¿No hay más «artículos», como usted los llama?
-Nada que tenga mucha relación con el caso. Parece que la señorita B había hecho algunas tonterías últimamente con sus valores... debe haber perdido una suma bastante elevada. Es un asunto un poco raro, pero no veo que tenga mucho que ver con el problema principal... por el momento, al menos.
-No, puede que esté usted en lo cierto. Bueno, muchas gracias. Ha sido usted muy amable en telefonearme.
-Nada de eso. Soy un hombre de palabra y comprendí que estaba muy interesado. Quién sabe, puede que me eche usted una mano antes de terminar este asunto.
-Eso sería para mí un gran placer.

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