Dónde está el testamento (Agatha Christie) Libros Clásicos

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Ya lo había leído con sumo cuidado, mas ahora lo repasó una vez más para refrescar su memoria. Era un documento breve y conciso. Un legado de cincuenta libras a Isabel Marshall en consideración a sus fieles servicios; dos de quinientas para su hermano, y un primo hermano, y el resto para su querido sobrino Carlos Ridgeway.
La señora Harter inclinó varias veces la cabeza en señal de asentimiento. Carlos sería un hombre muy rico cuando ella muriera. Bueno, había sido siempre cariñoso con ella... amable... y alegre... sin dejar nunca de complacerla.
Miró el reloj. Faltaban tres minutos para la media. Bueno, estaba preparada. Y tranquila... muy tranquila. Aunque se repitió esta última palabra varias veces, su corazón latía desacompasadamente. Apenas se daba cuenta, pero estaba a punto de sobrepasar el límite de sus nervios.
Las nueve y media. La radio estaba conectada.
¿Qué es lo que oiría? ¿Una voz familiar dando el parte meteorológico, o aquella lejana, perteneciente a un hombre que había muerto veinticinco años atrás?
Pero no oyó ninguna de las dos. En vez de eso llegó hasta ella un sonido familiar que conocía muy bien, pero que aquella noche fue como si le pusieran una mano de hielo sobre el corazón... Una llamada en la puerta principal.
Volvió a repetirse, y luego una ráfaga helada pareció cruzar la habitación. La señora Harter no tenía la menor duda de cuáles eran sus sensaciones. Tenía miedo. Más que miedo... estaba aterrorizada...
Y de pronto tuvo este presentimiento:
«Veinticinco años son muchos. Ahora Patrick será un desconocido para mí.»
¡Y el terror la fue invadiendo
Se oyeron pasos ante la puerta... y luego ésta se abrió silenciosamente
La señora Harter se puso en pie tambaleándose ligeramente y sin apartar los ojos de la puerta.
Algo resbaló de sus manos y cayó en el hogar.
Quiso lanzar un grito que se ahogó en su garganta. En la escasa luz de la entrada había aparecido una figura familiar con barba, patillas y un abrigo anticuado.
¡Patrick había ido a buscarla!
El corazón le dio un vuelco terrible y quedó inmóvil para siempre, mientras caía al suelo hecha un ovillo.
Y allí la encontró Isabel una hora más tarde.
Llamaron inmediatamente al doctor Maynell y Carlos Ridgeway regresó a toda prisa de su partida de bridge, pero nada pudo hacerse.

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