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Sin embargo, en un momento de peligro pidió ayuda a su hermano y cuando las cosas adoptaron un giro desagradable y amenazador todos se unieron de manera notable. ¡No hay ni existe nada tan maravilloso como el amor de la familia! Y ésta sabe representar. De ella ha sacado Valerie su talento. ¡Yo, lo mismo que el príncipe Paul creo en la ley de herencia! Ellos me engañaron. Pero por una feliz casualidad y una pregunta dirigida a mistress Oglander que contradecía la explicación acerca de cómo estaban sentados alrededor de la mesa de bridge, que nos hizo su hija, no salió Hércules Poirot chasqueado.
-¿Qué dirá usted al príncipe?
-Que Valerie no ha cometido ese crimen y que dudo mucho de que pueda llegar a darse con el asesino vagabundo. Asimismo que transmita mis cumplidos a Zara. ¡Qué curiosa coincidencia! Me parece que voy a ponerle a este pequeño caso un título: «La aventura del rey de bastos». ¿Le gusta, amigo mío?
FIN