La señal en el cielo (Agatha Christie) Libros Clásicos

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El restaurante se llamaba Arlecchino. Mr. Satterthwaite, pensativo aún, entró y se dirigió a su mesa; en un rincón apartado. Sólo cuando estuvo cerca vio que la mesa estaba ocupada por un hombre moreno y alto que tenía la cara en la sombra. Los reflejos que despedía una ventana de vidrios de colores convertían su traje austero en un juego de rombos tornasolados.
Mr. Satterthwaite estaba a punto de retirarse, pero en ese momento el desconocido dejó ver su cara.
-¡Alabado sea Dios! -dijo Mr. Satterthwaite, cuyo vocabulario era un tanto arcaico-. Es Mr. Quin.
En tres oportunidades anteriores se habían encontrado, y siempre había ocurrido algo singular. Era un hombre extraño aquel Mr. Quin, con su don de mostrar todas las cosas bajo una luz distinta.
Mr. Satterthwaite sintió una íntima felicidad. Su papel en la vida era el de espectador, y lo sabía; pero bajo la influencia de Mr. Quin tenía la ilusión de ser un actor: un actor principal.
-¡Qué sorpresa más agradable! -dijo-. ¿Puedo sentarme? -Encantado
Como usted ve, aún no he empezado a comer. Inmediatament
surgió el maître de entre las sombras: Mr. Satterthwaite, com

correspondía a un hombre de paladar exigente y delicado, se dedicó de lleno a la tarea de seleccionar el menú. Pocos minutos después, con una ligera sonrisa de aprobación en sus labios, se retiró el maître con el pedido y encomendó a un mozo el servicio.
Mr. Satterthwaite se dirigió a Mr. Quin: -Vengo de Old Bailey -dijo-. Me h
impresionado profundamente este asunto. -L
declararon culpable, ¿verdad? -preguntó Mr. Quin.
-Sí, el jurado sólo necesitó media hora para decidir. Mr
Quin movió la cabeza y dijo: -Ese fallo era inevitable, dados los testimonio
existentes.
-Y no obstante... -empezó a decir Mr. Satterthwaite, y se calló. Mr
Quin terminó la frase por él. -..
y sin embargo, sus simpatías estaban del lado del acusado. ¿No es eso lo que iba a
decir? -Sí
eso es. Martin Wylde es una persona tan agradable que cuesta creer en su
culpabilidad. De todos modos, es cierto que, últimamente, ha habido varios jóvenes a
parecer intachables que han resultado criminales de la peor especie. -Demasiado
-murmuró Mr. Quin. -¿Cóm
dijo? -preguntó Mr. Satterthwaite con atención. -demasiados..
para mal de Martin Wylde. Desde un principio hubo una pronunciad

tendencia a considerar este crimen como uno de tantos de la misma índole: el hombre que se saca de encima a una mujer para poder casarse con otra.

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