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-Hubiera podido decir lo que había visto -dijo Mr. Quin.
-¿Y qué vio?
-Una señal en el cielo. Mr
Satterthwaite levantó la mirada y la fijó en Mr. Quin. -¿Acas
está usted pensando en esa necedad? ¿En esa interpretación supersticiosa de la
mano de Dios?
-Quizá -replicó Mr. Quin-. Por lo que usted y yo sabemos, esa mano pudo haber sido la d
Dios. Mr
Satterthwaite no podía ocultar su asombro ante la gravedad de Mr. Quin. -¡Qu
desatino! Ella misma declaró que era producida por el humo del tren. -¿Er
un tren que iba o que venía? -murmuró Mr. Quin. -Difícilment
pudo ser un tren que venía. Estos pasan por Deering Vale a las horas
diez minutos. Debe de haber sido un tren que iba; el de las 6.28. No, no puede ser. Louise dice que el grito se oyó inmediatamente después, y nosotros sabemos que fue disparado a las 6.20. No es posible que el tren pasara con 10 minutos de adelanto.
-No lo creo, en esa línea -asintió Mr. Quin.
-quizá fuera un tren de carga -murmuró Mr. Satterthwaite, con la mirada perdida en e
vacío-. Pero, si hubiera sido así... -..
no hubiera sido necesario sacar a Louise de Inglaterra. Estoy de acuerdo -terminó
diciendo Mr. Quin. Mr
Satterthwaite lo contempló estupefacto. -E
tren de las 6.28... -murmuró lentamente-. Pero si es así, si el tiro fue disparado a esa
hora, ¿por qué dijeron todos que era más temprano? -E
obvio que los relojes estaban mal -contestó Mr. Quin. -¿Todos
-preguntó Mr. Satterthwaite en tono de duda-. Sería una coincidencia mu
grande.
-Casualmente, no estaba pensando en que fuera una coincidencia -dijo-, sino en que era viernes
-¿Viernes
-exclamó Mr. Satterthwaite. -Segú
me dijo usted, sir George en persona arreglaba y daba cuerda a todos los relojes
el viernes por la tarde -dijo Mr. Quin. -Los atrasó a todos 10 minutos -murmuró Mr. Satterthwaite, maravillado de los descubrimientos que iban haciendo-. Luego salió a jugar al bridge. Estoy por creer que esa mañana interceptó la carta que su mujer escribió a Martin Wylde... Sí, por cierto que
la leyó. Abandonó su partida de bridge a las 6.30, encontró la escopeta de Martin apoyada contra la puerta, entró y mató a su mujer. Después volvió a salir, tiró la escopeta entre los matorrales, donde fue hallada más tarde y aparentó salir del portón de la quinta del vecino en el mismo momento en que alguien llegó corriendo a buscarlo.