Trayectoria de Boomerang (Agatha Christie) Libros Clásicos

Página 51 de 159

Y ahora, quédate donde estás y cierra los ojos. Me ha parecido oír el timbre de una bicicleta.
En efecto, en aquel instante, un muchacho de unos dieciséis años acudió silbando por una esquina, y se detuvo en seco y complacido en extremo ante el espectáculo, que se ofrecía a sus ojos.
-¡Caramba! -exclamó-. ¿Ha ocurrido un accidente?
-No -contestó George en tono sarcástico-. Esta señorita ha estrellado adrede su coche contra la pared.
Aceptando esta información como una ironía y no como la verdad pura que, en efecto, era, el muchacho exclamó, encantado:
-¡Caramba! Esa pobre señorita tiene mal aspecto. ¿Ha muerto?
-Aún no -dijo George-. Es preciso llevarla inmediatamente a alguna parte. Soy médico. ¿Cómo se llama esta casa?
-Merroway Court. Pertenece al señor Bassington-ffrench. Es el juez de paz.
-Es preciso llevarla en seguida a la casa -dijo George en tono autoritario-. Deja la bicicleta y ayúdame.
Con la mejor voluntad del mundo, el muchacho apoyó la bicicleta en la pared y se dispuso a ayudar. Entre los dos llevaron a Frankie a lo largo de la avenida y en dirección a una antigua casa señorial de agradable aspecto.
Habían observado ya su llegada, porque un mayordomo anciano acudió a su encuentro.
-Ha habido un accidente -dijo George-. ¿Tienen ustedes una habitación adonde podamos llevar a esta señorita? Necesita inmediatos cuidados médicos.
El mayordomo se dirigió al vestíbulo, muy agitado; George y el muchacho lo siguieron de cerca, llevando el inmóvil cuerpo de Frankie. El mayordomo se dirigió a una estancia de la izquierda, de la que salió una mujer alta, de cabellos rojizos y de unos treinta años de edad. Tenía los ojos de color azul claro. En el acto se hizo cargo de la situación.
-Hay una habitación disponible en la planta baja -dijo-. ¿Quieren venir por acá? ¿Será preciso telefonear llamando a un médico?
-Yo lo soy -replicó George-. Pasaba con mi coche y presencié el accidente.
-¡Oh! Ha sido muy oportuno. Hágame el favor de pasar por aquí.
Y le mostró el camino, llevándolos a un dormitorio muy agradable cuyas ventanas daban al jardín.
-¿Está malherida? -preguntó.
-Todavía lo ignoro.
La señora Bassington-ffrench comprendió la indirecta y se retiró. El muchacho la acompañó para darle cuenta de cómo ocurrió el accidente, cual si lo hubiese presenciado.
-Ha ido a chocar contra la pared. El coche está destrozado. Ella quedó en el suelo y con el sombrero ladeado.

Página 51 de 159
 


Grupo de Paginas:           

Compartir:




Diccionario: