El caso de Charles Dexter Ward (Howard Phillips Lovecraft) Libros Clásicos

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En el trato de que hizo objeto a su esposa, el extraño novio asombró a la comunidad y a ella misma portándose con el mayor miramiento y obsequiándola con toda clase de consideraciones. La nueva mansión de Olney Court estaba ahora completamente libre de manifestaciones inquietantes y aunque Curwen acudía con mucha frecuencia a la granja de Pawtuxet, que dicho sea de paso su esposa no visitó jamás, parecía un ciudadano mucho más normal que en cualquier otra época de su residencia en Providence. Sólo una persona seguía abrigando hacia él abierta hostilidad: el joven que había visto roto tan bruscamente su compromiso con Eliza Tillinghast. Ezra Weeden había jurado vengarse y, a pesar de su temperamento normalmente apacible, alimentaba un odio en su corazón que no presagiaba nada bueno para el hombre que le había robado la novia.
El siete de mayo de 1765 nació la que había de ser única hija de Curwen, Ann, que fue bautizada por el Reverendo John Graves de King’s Church, iglesia que frecuentaban los dos esposos desde su matrimonio como fórmula de compromiso entre sus respectivas afiliaciones Congregacionista y Baptista. El certificado de aquel nacimiento, así como el de la boda celebrada dos años antes, había desaparecido de los archivos eclesiásticos y municipales. Ward consiguió localizarlos, tras grandes dificultades, una vez que hubo descubierto el cambio de apellido de la viuda y una vez que se despertó en él aquel febril interés que culminó en su locura. El de nacimiento apareció por una feliz coincidencia como resultado de la correspondencia que mantuvo con los herederos del Dr. Graves, quien se había llevado un duplicado de los archivos de su iglesia al abandonar la ciudad a comienzos de la guerra de la Independencia, Ward había recurrido a ellos porque sabía que su tatarabuela, Ann Tillinghast, había sido episcopalista.
Poco después del nacimiento de su hija, acontecimiento que pareció recibir con un entusiasmo que contrastaba con su habitual frialdad, Curwen decidió posar para un retrato. Lo pintó un escocés de gran talento llamado Cosmo Alexandre, residente en Newport en aquella época y que adquirió fama después por haber sido el primer maestro de Gilbert Stuart. Decíase que el retrato había sido pintado sobre uno de los paneles de la biblioteca de la casa de Olney Court, pero ninguno de los dos diarios en que se mencionaba proporcionaba ninguna pista acerca de su posterior destino. En aquel período, Curwen dio muestras de una desacostumbrada abstracción y pasaba todo el tiempo que podía en su granja de Pawtuxet Road.

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