El caso de Charles Dexter Ward (Howard Phillips Lovecraft) Libros Clásicos

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Las personas más indicadas para conocer el caso eran, en su opinión, el doctor Benjamin West, cuyo estudio sobre el último tránsito de Venus demostraba que era un auténtico erudito así como un agudo pensador; el reverendo James Manning, rector de la universidad, que había llegado hacía poco de Warren y se hospedaba provisionalmente en la nueva escuela de King Street en espera de que terminaran su propia vivienda en la colina que se elevaba sobre la Presbyterian Lane; el exgobernador Stephen Hopkins, que había sido miembro de la Sociedad Filosófica de Newport y era hombre de amplias miras; John Carter, editor de la Gazette; los cuatro hermanos Brown, John, Joseph, Nicholas y Moses, magnates de la localidad; el anciano doctor Jabez Bowen, cuya erudición era considerable y tenía información de primera mano acerca de las extrañas adquisiciones de Curwen; y el capitán Abraham Whipple, un hombre de fenomenal energía con el cual podía contarse si había que tomar alguna medida «activa». Aquellos hombres, si todo iba bien, podían reunirse finalmente para llevar a cabo una deliberación colectiva y en ellos recaería la responsabilidad de decidir si había que informar o no al gobernador de la Colonia, Joseph Wanton, residente en Newport, antes de adoptar ninguna medida.
La misión del capitán Mathewson tuvo más éxito del que esperaban, ya que, si bien un par de aquellos confidentes se mostró algo escéptico en lo concerniente al posible aspecto fantástico del relato de Weeden, todos coincidieron en la necesidad de adoptar medidas secretas y coordinadas. Era evidente que Curwen constituía una amenaza en potencia para el bienestar de la ciudad y de la Colonia, amenaza que había que eliminar a cualquier precio. A finales de diciembre de 1770, un grupo de eminentes ciudadanos se reunieron en casa de Stephen Hopkins y discutieron las medidas que podían adoptarse. Se leyeron con todo cuidado las notas que Weeden había entregado al Capitán Mathewson y tanto Weeden como Smith fueron llamados a presencia de la asamblea para que las confirmaran y añadieran algunos detalles. Algo parecido al miedo se apoderó de todos los allí presentes antes de que terminara la conferencia, pero a él se sobrepuso una implacable decisión que el Capitán Whipple se encargó de expresar verbalmente con su pintoresco léxico. No informarían al gobernador, porque era evidente la necesidad de una acción extraoficial. Si Curwen poseía efectivamente poderes ocultos, no podía invitársele por las buenas a que abandonara la ciudad, pues tal invitación podía acarrear terribles represalias.

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