Los Sueños de la Casa de la Bruja (Howard Phillips Lovecraft) Libros Clásicos

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Se dio cuenta que no había sangre en la sábana donde había estado acostado, un hecho muv raro considerando la gran cantidad que manchaba su piel v el puño de la camisa. ¿Habría estado caminando dormido por la habitación y la rata le había mordido mientras estaba sentado en una silla, o detenido en alguna posición menos lógica? Examinó todos los rincones buscando manchas de sangre, pero no encontró ninguna. Pensó que tendría que esparcir harina en la habitación además de hacerlo en el pasillo, aunque, después de todo, no necesitaba más pruebas de su sonambulismo. Sabía que caminaba dormido, y debía curarse de ello. Tendría que pedirle a Frank Elwood que le ayudara. Aquella mañana, los extraños impulsos procedentes del espacio parecían menos fuertes, describir lo que escuchó, su voz se convirtió en un susurro inaudible.
Elwood no podía imaginar qué había impulsado a los supersticiosos a murmurar, pero suponía que sus imaginaciones respondían al continuo trasnochar de Gilman, a su sonambulismo y a la proximidad de la Noche de Walpurgis, tradicionalmente temida. Era evidente que Gilman hablaba dormido y al escuchar por el ojo de la cerradura, Desrochers había imaginado lo de la luz violácea. Esas gentes ignorantes estaban siempre dispuestas a suponer que habían visto cualquier cosa extraña de la que hubieran oído hablar. En cuanto a un plan de acción, lo mejor sería que Gilman se trasladara a la habitación de Elwood y evitara dormir solo. Si empezaba a hablar o se levantaba dormido, Elwood le despertaría, si es que él estaba despierto. Además, debía ver a un psiquiatra con urgencia. En tanto llevarían la figura a varios museos y a ciertos profesores para tratar de identificarla diciendo que la habían encontrado en un montón de escombros. Y Dombrowski tendría que poner veneno para acabar con aquellas ratas.
Reconfortado por la compañía de Elwood, Gilman asistió a clase aquel día. Continuaban acosándole extraños impulsos, pero consiguió vencerlos con considerable éxito. Durante un descanso mostró la extraña figura a varios profesores que se mostraron profundamente interesados, aunque ninguno de ellos pudo arrojar ninguna luz sobre su naturaleza u origen. Aquella noche durmió en un diván que Elwood le pidió al patrón que subiera a la segunda planta, y por primera vez en varias semanas durmió completamente libre de pesadillas. Pero continuaba teniendo algo de fiebre, y los rezos de Mazurewicz seguían molestándole.
En los días sucesivos, Gilman se vio casi totalmente libre de síntomas morbosos.

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