Horror en el museo (Howard Phillips Lovecraft y Hazel Heald) Libros Clásicos

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Aquellos peldaños estaban hechos para seres humanos, y su tamaño nos estorbaba. De cualquier forma, era diabólicamente pesado. Tuvimos que traer a los americanos abajo para -sacar a Eso. No estaban ansiosos de entrar en el sitio, pero, por supuesto, lo peor estaba a salvo dentro de la caja. Les dijimos que era un lote de tallas de marfil.. muestras arqueológicas, y, tras ver el trono tallado, probablemente nos creyeron. Es un prodigio que no se imaginaran la existencia de un tesoro oculto y pidieran una parte. Habrán contado extraños cuentos en Nome más tarde, aunque dudo de que volvieran a esas ruinas, incluso -bajo el señuelo del trono de marfil.
Rogers hizo una pausa, revolvió en su escritorio y exhibió un sobre con fotografías de gran tamaño. Sacando una y colocándola ante sí boca abajo, tendió el resto a Jones. El escenario era verdaderamente extraño; colinas cubiertas de hielo, trineos de perros, hombres envueltos en pieles e inmensas ruinas derrumbadas contra un telón de nieve.., ruinas cuyos contornos extravagantes e inmensos bloques de piedra a duras penas podían ser descritos. Una, realizada con flash, mostraba una increíble estancia interior con extrañas tallas y un curioso trono cuyas proporciones implicaban que no había sido diseñado para ocupantes humanos. Las tallas de la gigantesca construcción - elevados muros y techos peculiarmente abovedados- eran totalmente simbólicas e incluían diseños completamente desconocidos y algunos jeroglíficos oscuramente citados en obscenas leyendas. Sobre el trono destacaba el mismo símbolo espantoso que ahora estaba pintado en el taller sobre la puerta de hierro cerrada con candado. Jones lanzó una nerviosa mirada al portal cerrado. Sin duda, Rogers había estado en extraños lugares y visto extraños seres. Aún así, aquellas demenciales fotografías de interior podían ser fácilmente un fraude, tomadas en un escenario inteligentemente diseñado. Uno no debía ser demasiado crédulo. Pero Rogers estaba prosiguiendo.
-Bueno, embarcamos la caja en Nome y fuimos a Londres sin ningún problema. Era la primera vez que volvíamos trayendo algo que tuviera un resto de vida. No lo exhibimos: había cosas mas importantes que hacer con Eso. Necesitaba el alimento de un sacrificio, ya que Eso era un dios. Desde luego, yo no podía suministrarle la clase de sacrificio que solían brindarle en sus días, ya que tales cosas no existen ahora. Pero había otros seres que podían servir. La sangre es vida, ya sabes. Aún los lemures y los elementales que son más viejos que la tierra reaparecen cuando la sangre de hombres o bestias se les ofrece en las condiciones adecuadas.

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